martes, 12 de julio de 2011

Capítulo 26: "A tu lado"


“Cuando leas esto seguro ya estaré alejada de todo este tumultuoso ambiente, sé que no es la mejor manera de comenzar una carta pero esta es totalmente improvisada.
Ahora estoy al lado de Michael, huyendo por un momento de las miradas, críticas y tonterías de todos los que nos rodean. No creas que estoy abandonando mi rutinaria y monótona vida, solamente estoy tomando un espacio para mí, para poder ordenar mis sentimientos y todo lo demás.
Quiero que me entiendas por un momento, quiero que entiendas que no siempre seré aquella chica que acepta todo lo que le ordenan y deja que otros moldeen su vida. Estoy segura que lo harás porque tú eres una de ellas…
Por favor, no hagas un drama y mucho menos ahogues a Courtney en tus quejas. Ella no tiene la culpa, porque si quieres hallar una culpable a todo esto, la única sería yo.

 Seguiré entrevistando a Michael y… regreso en dos días.
Te quiero.
Valeria.”


Esa era la nota que dejé encima de la mesa antes de salir del departamento, el miedo se apoderó de mí estando ya parada esperando la llegada de Michael.
El cielo tenía ese color azul intenso cuando apenas esta amaneciendo, había salido muy temprano, pero esa fue la indicación de él.

Después de un rato, un auto negro se estacionó frente a mí, cuando la ventana polarizada se deslizó hasta la mitad pude ver a Michael haciéndome una señal para ir hacia él.
Caminé presurosa y entré al auto.

-¿Viste que no fue tan difícil?

-La parte más difícil fue dejar la nota… ni me quiero imaginar la expresión de Adela

-Solo no la imagines. –finalizó soltándome una media sonrisa.

Apenas volvió a poner en marcha el coche, el corazón se me aceleró causando que me sobresaltara escandalosamente. No sé si era porque estaba con toda la tensión por la reacción de Adela al descubrir que había “huido” o porque Michael era tan buen conductor como yo tan rubia.
Vi como los primeros rayos de sol se reflejaban en la ventana polarizada, miré de reojo a Michael y pude ver claramente como su hermosa piel de chocolate se iluminaba de una manera casi celestial. Estaba segura que me quedé mirándolo una eternidad y con una increíble cara de boba.

-Mirada al frente señorita, me desconcentras… -bromeó e hizo que voltee torpemente, soltó una risa burlona y con una mano pellizco de manera juguetona mi mejilla- Si sigues mirándome con esa carita harás que estrelle contra un árbol.

-Mira, a mi no me eches la culpa de los accidentes provocados por tu falta de aprendizaje al manejar, ¿está claro? –advertí cruzándome de brazos y provocando otro frenesí de risas en él.

-Amo y a la vez detesto tu forma de hablar, tan formal y aburrida…

-Veo que contigo sufriré una confusión de personalidades. Un día soy extremadamente divertida y otro día extremadamente aburrida… tanto como una ostra.

Cruzamos miradas rápidamente estallando esta vez en risas los dos al mismo tiempo. Me encantaba tener esa clase de discusiones absurdas pero divertidas con él, era una forma extraordinaria de perder el tiempo.

El camino se me estaba haciendo demasiado largo para mí. Sin exagerar, habrían pasado por lo menos dos horas desde que me subí al coche.
Por lo que en un momento me sobresalté al pensar que Michael me estaba llevando a cierto lugar…

-Relájate Campanita, solo trato de llevarte fuera de la cuidad… no del país. –dijo después de un rato en forma de ironía al notar lo tensionada que estaba.

Apenas lo escuché, mis mejillas se bañaron en una capa rojiza y me deslicé lentamente hacia abajo en señal de vergüenza.

-Debes entender que ando algo nerviosa. –dije mirándolo con ojitos de ovejita.

-¿Algo? –preguntó sarcástico.

-Si… algo.

Dije secamente para después soltar un suspiro contenido desde hace horas e inclinar mi cabeza hacia la ventana.
Al instante sentí la mano de Michael sobre la mía, le dio un suave apretón y empezó a acariciar el dorso.

-Todo saldrá bien, confía en mí…

Soltó una sonrisa que pude captar por el retrovisor y cualquier rasgo de nerviosismo o tensión desapareció como por arte de magia.
¿Milagro? Tal vez.
La sonrisa de Michael era capaz de mover montañas, de calmar tempestades y lo más difícil, derrotar y romper todas mis barreras construidas por duras capas de inseguridad, miedo y dolor.

Era algo que me aturdía… pero me enloquecía hasta los huesos de amor.

-Confío en ti y lo haré todo el tiempo que esté a tu lado. Y aún así no lo esté… lo seguiré haciendo. –sonreí tímidamente y levanté levemente la mano de Michael para depositar un besito en su dorso.

Y así era la manera perfecta de hacer un viaje. Nadie me lo había dicho, nadie me lo había anticipado y mucho menos nadie me lo había mostrado.
Hasta que apareció él y su par de ojos marrones, aquellos que me quitaron el aliento desde la primera vez que los vi e hice contacto directo hacia la verdadera esencia de lo que hasta ese momento sería mi principal felicidad y el comienzo de un cuento de hadas con un final dudoso.

Aunque ni tan dudoso, porque yo ya sabía cuál era el fin de este cuento… por lo que en este momento solo trato de hacer más larga y un poco dolorosa la trama.