martes, 12 de julio de 2011

Capítulo 26: "A tu lado"


“Cuando leas esto seguro ya estaré alejada de todo este tumultuoso ambiente, sé que no es la mejor manera de comenzar una carta pero esta es totalmente improvisada.
Ahora estoy al lado de Michael, huyendo por un momento de las miradas, críticas y tonterías de todos los que nos rodean. No creas que estoy abandonando mi rutinaria y monótona vida, solamente estoy tomando un espacio para mí, para poder ordenar mis sentimientos y todo lo demás.
Quiero que me entiendas por un momento, quiero que entiendas que no siempre seré aquella chica que acepta todo lo que le ordenan y deja que otros moldeen su vida. Estoy segura que lo harás porque tú eres una de ellas…
Por favor, no hagas un drama y mucho menos ahogues a Courtney en tus quejas. Ella no tiene la culpa, porque si quieres hallar una culpable a todo esto, la única sería yo.

 Seguiré entrevistando a Michael y… regreso en dos días.
Te quiero.
Valeria.”


Esa era la nota que dejé encima de la mesa antes de salir del departamento, el miedo se apoderó de mí estando ya parada esperando la llegada de Michael.
El cielo tenía ese color azul intenso cuando apenas esta amaneciendo, había salido muy temprano, pero esa fue la indicación de él.

Después de un rato, un auto negro se estacionó frente a mí, cuando la ventana polarizada se deslizó hasta la mitad pude ver a Michael haciéndome una señal para ir hacia él.
Caminé presurosa y entré al auto.

-¿Viste que no fue tan difícil?

-La parte más difícil fue dejar la nota… ni me quiero imaginar la expresión de Adela

-Solo no la imagines. –finalizó soltándome una media sonrisa.

Apenas volvió a poner en marcha el coche, el corazón se me aceleró causando que me sobresaltara escandalosamente. No sé si era porque estaba con toda la tensión por la reacción de Adela al descubrir que había “huido” o porque Michael era tan buen conductor como yo tan rubia.
Vi como los primeros rayos de sol se reflejaban en la ventana polarizada, miré de reojo a Michael y pude ver claramente como su hermosa piel de chocolate se iluminaba de una manera casi celestial. Estaba segura que me quedé mirándolo una eternidad y con una increíble cara de boba.

-Mirada al frente señorita, me desconcentras… -bromeó e hizo que voltee torpemente, soltó una risa burlona y con una mano pellizco de manera juguetona mi mejilla- Si sigues mirándome con esa carita harás que estrelle contra un árbol.

-Mira, a mi no me eches la culpa de los accidentes provocados por tu falta de aprendizaje al manejar, ¿está claro? –advertí cruzándome de brazos y provocando otro frenesí de risas en él.

-Amo y a la vez detesto tu forma de hablar, tan formal y aburrida…

-Veo que contigo sufriré una confusión de personalidades. Un día soy extremadamente divertida y otro día extremadamente aburrida… tanto como una ostra.

Cruzamos miradas rápidamente estallando esta vez en risas los dos al mismo tiempo. Me encantaba tener esa clase de discusiones absurdas pero divertidas con él, era una forma extraordinaria de perder el tiempo.

El camino se me estaba haciendo demasiado largo para mí. Sin exagerar, habrían pasado por lo menos dos horas desde que me subí al coche.
Por lo que en un momento me sobresalté al pensar que Michael me estaba llevando a cierto lugar…

-Relájate Campanita, solo trato de llevarte fuera de la cuidad… no del país. –dijo después de un rato en forma de ironía al notar lo tensionada que estaba.

Apenas lo escuché, mis mejillas se bañaron en una capa rojiza y me deslicé lentamente hacia abajo en señal de vergüenza.

-Debes entender que ando algo nerviosa. –dije mirándolo con ojitos de ovejita.

-¿Algo? –preguntó sarcástico.

-Si… algo.

Dije secamente para después soltar un suspiro contenido desde hace horas e inclinar mi cabeza hacia la ventana.
Al instante sentí la mano de Michael sobre la mía, le dio un suave apretón y empezó a acariciar el dorso.

-Todo saldrá bien, confía en mí…

Soltó una sonrisa que pude captar por el retrovisor y cualquier rasgo de nerviosismo o tensión desapareció como por arte de magia.
¿Milagro? Tal vez.
La sonrisa de Michael era capaz de mover montañas, de calmar tempestades y lo más difícil, derrotar y romper todas mis barreras construidas por duras capas de inseguridad, miedo y dolor.

Era algo que me aturdía… pero me enloquecía hasta los huesos de amor.

-Confío en ti y lo haré todo el tiempo que esté a tu lado. Y aún así no lo esté… lo seguiré haciendo. –sonreí tímidamente y levanté levemente la mano de Michael para depositar un besito en su dorso.

Y así era la manera perfecta de hacer un viaje. Nadie me lo había dicho, nadie me lo había anticipado y mucho menos nadie me lo había mostrado.
Hasta que apareció él y su par de ojos marrones, aquellos que me quitaron el aliento desde la primera vez que los vi e hice contacto directo hacia la verdadera esencia de lo que hasta ese momento sería mi principal felicidad y el comienzo de un cuento de hadas con un final dudoso.

Aunque ni tan dudoso, porque yo ya sabía cuál era el fin de este cuento… por lo que en este momento solo trato de hacer más larga y un poco dolorosa la trama.

jueves, 30 de junio de 2011

Capítulo 25: "Lo indeseable."


Jamás traté con ese hombre, pero tan solo con verlo hacía que me ponga nerviosa y agarre algo de temor.
Era Joseph Jackson, el padre de Michael.

Se detuvo frente a mí y me miró de pies a cabeza, con la expresión llena de amargura.

-¿Quién eres tú? -preguntó en un tono molesto y poco cortés.

Los hermanos de Michael se miraron confusos y se retiraron rápidamente de la sala al sentir el incómodo ambiente que se estaba produciendo.

-Valeria, mucho gusto. -dije ofreciéndole una mano la cual no sostuvo y la bajé con timidez- Vengo a entrevistar a su hijo.

-¿En serio? -soltó una risa burlona y escandalosa para luego dirigir su mirada a Michael- ¿Cuántas veces te he dicho que las entrevistas dentro de esta casa están prohibidas?

-No te pongas así Joseph, Valeria también es novia de Michael. Sé gentil, por favor.

Volteé mi mirada y vi que Katherine había entrado diciendo esto con una voz suave.
No sé por qué sentí como si una tercera guerra mundial se desataría en ese instante, temí lo peor y tenía razón para hacerlo.
Joseph me miró con sus ojos avellana de manera desafiante haciendo que yo baje la mirada sintiéndome indefensa.

-¡¿Qué diablos acabo de escuchar?! -gritó de pronto Joseph causando que Michael se pusiera tenso- ¿Novia? ¡Debe ser una broma!

-No, no lo es. -respondió Michael desafiándolo con la mirada- Y deja de gritar, por favor.

-¿No te das cuenta que esta chica solo te esta usando para sacar una buena entrevista? Michael, no es más que una…

-¡Ni te atrevas a insultarla! -le cortó Michael y se puso frente a mí- ¡Te prohíbo que lo hagas!

-¿Tu prohibiéndome cosas a mí? ¡¿Quién te has creído tú!? -exclamó Joseph que en ese momento ya tenía la mano alzada con intensiones de hacerle algún daño a Michael.

Sentía que si ese hombre era capaz de agredir a Michael, mis modales se iban a desvanecer e iba a hacer que lo lamentara. Presenciar esa escena fue lo más desesperante que he podido vivir, sentía impotencia, debía decir algo para calmar las cosas, pero debía pensarlo bien… sino solo iba a conseguir empeorar todo.

-Cálmate Michael. -le susurré en el oído para luego ponerme en medio de los dos y miré a Joseph tímidamente- Por favor, no lleve las cosas al límite, no tengo malas intensiones con Michael. Debería pensar antes de juzgar a alguien que ni siquiera conoce.

Cerré los ojos y ladeé mi cabeza como esperando una sentencia de muerte, para mi sorpresa Joseph dio media vuelta, empezó a caminar sobándose la cabeza como si en cualquier instante iba a perder el juicio.

-Solo te diré una cosa. -volteó para apuntarme con su dedo índice de manera amenazante- Han habido muchas tipas como tú en su vida, así que no te sientas especial, sé que en cualquier momento te dejará y serás una más del montón. -rió de manera irónica y miró a Michael- Y tú, deja de andar conquistando chicas y preocúpate en los negocios.

No podía creer lo que me acababa de decir, es más, no lo creía. Joseph desapareció de la vista de los dos junto con Katherine quien minutos antes se disculpó conmigo por lo que había pasado.

Me quedé varios minutos parada en medio de todo, tratando de procesar aquellas palabras hirientes de Joseph. De pronto sentí las manos de Michael acariciar mis hombros con delicadeza, abrí los ojos al contacto de sus manos pero no volteé, seguí sin decir nada durante otro par de minutos.

-No creas nada de lo que ese tipo te ha dicho. -susurró en mi oído- No le creas Campanita… nunca creas en las palabras de Joseph.

Volví a cerrar los ojos y sentí como una lágrima caía por mi mejilla, la atrapé al instante secándola con el reverso de mi mano, suspiré y decidí voltear para encontrar la mirada de Michael.

-Jamás creería en un hombre como él. –dije en un hilo de voz - Pero sus palabras fueron muy… duras.

Lo abracé porque lo necesitaba, solo un abrazo de él podía hacerme olvidar en un abrir y cerrar de ojos todo lo malo.
Aquel incómodo momento había perturbado el nuestro, había irrumpido en nuestro pequeño mundo que siempre construíamos cada vez que estábamos juntos. Joseph fue el único tipo capaz de acabar con nuestra paz y convertir nuestro cielo en un completo infierno, eso era lo que más me enojaba en ese instante en que me refugiaba en los brazos de Michael y estaba segura que él sentía lo mismo, pero trataba de no mostrarlo para poder olvidar aquello de una vez.

-Me siento tan mal por dejar que Joseph te haga pasar ese mal rato… -dijo de repente Michael apoyando su mentón en mi frente- no merecías escuchar sus ridiculeces.

-No te sientas mal, no fue tu culpa… Michael, en cualquier momento iba a pasar esto ¿o acaso pensabas no decirle lo de nosotros? –solté una risita- es mejor que se haya enterado de una vez.

Michael posó un delicado beso en mi frente y después fijó su mirada haciendo que temblara por la intensidad que destilaba; una caricia y después un beso en los labios, la manera perfecta de terminar un bochornoso encuentro como el que acababa de pasar.
Si hubiera tenido que escoger un perfecto final, definitivamente sería este.

-Adoro cuando mejoras todo de esta manera… -susurré haciendo que soltara una amplia e impecable sonrisa.

-Ups, ¿interrumpo? –se escuchó de repente, era uno de los hermanos de Michael.

-No. -respondió irónico- Valeria, él es Jermaine.

Lo saludé gentilmente.

-¡Así que tu eres la famosa Valeria! –exclamó lleno de alegría.

Me sonrojé y miré a Michael quien estaba riendo al ver mi intimidada expresión.

-¿Famosa? No, te has equivocado… yo solo soy una periodista. –respondí queriendo parecer extrovertida.

-Y… la novia de mi hermano. –continuó dándole un leve golpe de codo al brazo de Michael- Bueno, me tengo que ir, gusto en conocerte aunque sea unos segundos Valeria.

Se despidió para después retirarse apresuradamente.

-Lo siento otra vez por tener que soportar a Jermaine. –dijo Michael riendo.

-No te preocupes, al menos el si fue agradable. –sonreí.

Afortunadamente, Michael estaba rodeado de gente que lo quería, como sus hermanos y principalmente su madre.

Cuando llegó el momento en que tenía que irme, acordamos unas cosas para lo que se venía mañana, me daba miedo… pero sabía que junto él lo podía superar.
“No te olvides, mañana temprano en donde quedamos, ¿está claro?”, fue lo último que escuché antes de subirme al taxi que me llevaría a casa.

Ahora solo dependía de mí que todo se diera sin ningún problema de por medio.

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¡Chicas!
Me detengo un instante aquí porque quiero explicarles el por qué de mis retrasos para publicar capítulos.

Lo que pasa es que, estoy pensando dejar la novela. Sí, en serio... lo estoy considerando. Una de las razones por las que decidí publicar este blog fue porque me moría por saber las opiniones de otras personas hacía la novela, si estaba buena, mala... si le faltaba esto o aquello.

Pero veo que no. No recibiré esos comentarios que llenan de alegría a cada chica que publica una historia, no recibiré las críticas que hacen que una crezca cada día más para poder regalarles este pedacito de novela... este pedacito de mí. 

Porque eso es lo que es... un pequeño refugio en donde yo me expreso a través de esta historia.
Yo sé que no esta a la altura de otras, pero hago el intento. Porque escribir es una de mis pasiones y lo ejecuto las veces que puedo... y las veces que lo necesito hacer.
Porque si nadie comenta en cada capítulo ¿por qué publico esto en un blog? mejor lo dejo en donde comenzó, en un pequeño archivo de Microsoft Word.

Ahora, tampoco las estoy obligando pero... si yo les ofrezco un poco de esta historia. ¿Ustedes no pueden ofrecerme un segundo de su tiempo para dar una pequeña opinión?
Se los dejo a criterio de cada una.

Por el momento, seguiré procesando esta idea que me tiene inquieta últimamente.

Un beso inmenso a cada una de ustedes.
¡Adiós! (L)

PD: Chicas, acabo de comenzar un nuevo proyecto. Las que esten interesadas acá les dejo la dirección: Nada en especial...
¡Hope you like it!

lunes, 13 de junio de 2011

Capítulo 24: "Fortaleza"


Narra Michael.

Estaba sentado al pie de uno de los muchos ventanales que había en esta mansión, miraba con melancolía el inmenso jardín que yacía afuera y esperaba ansioso a que Valeria llegara.

Valeria, mi hermosa e inocente niña. Aquella chica de cabellos azabache y ojos oscuros había logrado cambiar mi mundo entero, tan solo pensar en ella hacía que todo tome un color diferente y que mis inseguridades desaparezcan. Tenía mucho que agradecerle, pero nunca encontraré la manera, ella se merecía todo el amor que le había otorgado hasta el momento y más… muchísimo más.

Desde el primer momento en que la vi supe que era ella la mujer con la que quería estar cerca, la mujer a la que le abriría mi corazón y a la que le permitiría derrumbar la coraza que mantuve intacta durante años.
Cuando la conocí me pareció la chica más graciosa del mundo, pero lo más raro es que ella en un momento me contó que era todo lo contrario, que solía ser demasiado seria y que muchas veces llegaba a ser aburrida y renegona. Me acuerdo que reí mirándola fijamente y ella se sonrojó luciendo aún más hermosa, todavía no entiendo cómo pude tener tanta suerte en que ella me entrevistara.
Casi no acepto conceder tal entrevista, pero algo en el fondo de mi corazón me decía que lo haga y así pude entender, que el corazón nunca se equivoca.

Poco a poco la fui queriendo con intensidad, poco a poco ella se adueñó de todos mis pensamientos, algunas veces hasta me asustaba, porque el sentimiento crecía cada vez más llegando a un punto en donde ni yo mismo lo entendía, hasta el momento en el que ella me susurró un “te quiero” al oído.

Pude notar el cambio de Valeria, repentino pero genuino, recuerdo que antes de poder entablar una conversación, ella tenía un aspecto muy rudo como si tuviera una barrera protectora y por eso pudimos entendernos a la perfección ya que los dos la teníamos porque nos habían hecho mucho daño en el pasado y nos asustaba abrirnos tan repentinamente ante las personas, pero fuimos perdiendo ese miedo de a pocos y lo más hermoso de todo, que lo hicimos juntos.

¡Ayer estaba tan bella! Podría decir con seguridad que las estrellas estaban celosas y la luna llena, invadida por la envidia.
Sus delicados rizos bailaban al ritmo del viento, adoraba su cabello cuando lo tenía lacio, pero ese detalle de anoche hizo volar mis sentidos, su mirada fuerte, segura pero dulce a la vez estaba siempre fija en mí, demostrando sinceridad en todo momento y en cada palabra que decía.
Me encontró hablando con Brooke, estoy más que seguro que sintió celos, ella lo negó, pero puedo reconocer su expresión a miles de kilómetros cuando algo le molesta. Jamás la dejaría, por más que Brooke sea una bella mujer, jamás dejaría a mi Campanita de cabello oscuro por ella.

Cuando imagino el momento en el que tendré que despedirme de Valeria, el corazón inevitablemente se me hace pedazos de poco en poco, no iba a poder manejar toda esta situación.
Mi vida estaría tan vacía, sin el encanto de ella, sin su risa de niña, sin la dulce mirada que destilaba de sus ojos oscuros… sin su calmada respiración bañándome el rostro, sin sus besos que me llenaban el alma.
Simplemente, no podría manejarlo.

-Ya llegó Valeria… te esta esperando en la sala. -me avisó Janet entre alaridos sacándome de mis pensamientos.

Bajé y ahí estaba ella, parada de espaldas. Tenía su hermoso cabello lacio de regreso, vestía ropa sport. Tan sencilla y encantadora a la vez.
Decidí asustarla, avancé ágilmente hacia ella sin hacer ruido alguno y tapé sus ojos con mis manos.

-¿Michael? -preguntó sobresaltada riendo, apartó mis manos, volteó y me dedicó una sonrisa- Veo que a ti no te afectó acostarte tarde.

-No. -dije acariciando su fino mentón- El solo hecho de saber que vendrías hoy me despertó sin problema alguno. ¿Te das cuenta de la fortaleza que me das?

Noté como poco a poco un leve rubor se apoderaba de sus mejillas dándole un aspecto adorable, al instante deposité un suave beso en sus labios, sostuve su cintura con firmeza atrayéndola más hacía mi y ella rodeó mi cuello con sus brazos.
Aquello fue increíble, me llevó a otra parte… a otro Universo, quizás.

Nos separamos un par de centímetros y su sonrisa otra vez iluminó la sala.

-Créeme, con esto me has dado la fortaleza suficiente como para trabajar mil años sin parar. -susurró bañándome el rostro con su cálida respiración- Sabía que un beso tuyo me daría fuerza, no sé que haré el día en que ya no los tenga a mi alcance.

En ese momento un nudo se formó en mi garganta produciéndome un fuerte e incómodo dolor.
Me solté de sus brazos acrecentando la distancia entre los dos pero quedé sosteniendo sus manos con fuerza.

-No pienses en eso, debemos vivir el presente, ¿ya no te lo dije? -ella asintió mirándome con ternura- Entonces, borra por un momento esa idea de tu mente. -besé su frente delicadamente y la llevé hacia el sillón, nos sentamos y ella me miró fijamente con un poco de preocupación- ¿Pasa algo?

-Michael, quería hablarte sobre el… -bajando la voz- viaje, tengo que decirte algo. -dijo esto y se mordió el labio inferior en acto de nerviosismo.

Temí lo peor, en ese momento la idea de que quizás Valeria se haya arrepentido de haber aceptado el viaje atacó mi cabeza, me puse tenso y ella lo notó.

-No te pongas así, no lo cancelaré. -sonrió de lado- Pero, no puedo cumplir exactamente con la parte del “trato”, verás… haremos ese viaje, pero el destino tiene que ser otro.

-¿Por qué? -todavía no había conseguido el alivio, seguía tenso.

-Porque simplemente no puedo regresar allá, han pasado muchos años desde que me fui y… es complicado para mí, necesito que me entiendas Michael. -ella me miró de manera suplicante frunciendo delicadamente el seño, al parecer creía que iba a reaccionar de mala manera.

-Te entiendo pequeña, no tienes por qué angustiarte… te entiendo perfectamente. -dije acariciando su cabello para calmarla- No te preocupes, buscaré otro lugar a donde podamos ir.

Y sin darme tiempo de reaccionar, se lanzó sobre mí abrazándome con fuerza. Al instante percibí su embriagador perfume, una combinación exquisita de vainilla y rosas penetró mi nariz llenándome de una sensación casi celestial.

-Gracias, solo tú tienes la capacidad para comprenderme. -susurró cerca de mi oído logrando que me estremeciera, me besó en la mejilla suavemente y se separó de mí.

-¿Ya sabes cómo huirás de Adela sin que se de cuenta? -pregunté entre risas.

-La verdad, no. -rió ella también- No suelo hacer planes, dejaré que todo salga al momento, amo arriesgarme, el peligro es mi pasión. -dijo haciendo un mohín de niña mala.

-Olvidaba que eras periodista. -dije riéndome con más fuerza- ¿A ustedes les encanta el peligro, no?

-No siempre, es emocionante… lo admito. Pero solo lo hacemos cuando vale la pena, en mi caso, solo perseguía a políticos.

-¿Políticos? -pregunté lleno de curiosidad- Entonces, ¿por qué te mandaron a entrevistarme?

Ella me miró y empezó a reírse con mucha fuerza, sus risas hicieron eco por todo el salón.

-Porque dijeron que era la más indicada para hacerlo, ¿raro no? -encogiéndose de hombros- Pocas veces entrevisté a artistas, es que… siento que los políticos eran más fáciles de atrapar, ustedes, no. Absolutamente no. -sacó de su bolso una grabadora y empezó a revisarla- Me acuerdo que una vez por perseguir a Madonna caí en un jardín bruscamente y me torcí el tobillo, desde ahí decidí no hacerlo más.

-¿En serio? -ella asintió- Yo siempre pensé que tu trabajo era fácil, tu sabes… corretear gente famosa debe ser genial, ¿no?

-No Michael, no es para nada genial. Es agotador y estresante, bueno… hay algunos que aman hacer eso, pero yo no. -dijo frunciendo el ceño- El periodismo es mi pasión, pero el verdadero periodismo; serio, dedicado y genuino, sin ninguna tontería publicitaria de por medio.

La admiré, en ese momento la pasión con la que hablaba no se comparaba con nada. Miraba fijamente sus ojos oscuros y me daba cuenta que la amaba intensamente, sin ningún temor.

-Tenían razón, eres la más indicada para cumplir con este trabajo. -ella me miró, sonrió de lado y siguió preparando la grabadora que sostenía con sus pálidas manos.

-Bueno. -suspiró- Avancemos con esto, estamos algo atrasados, eh.

Comenzó a hacer preguntas con su grave pero agraciada voz, yo hacía el intento de responder sin trastabillar, no quería malograr su trabajo… pero lo irónico era que estaba apunto de hacerlo con el viaje.
Ese era uno de mis temores hasta ahora, por un lado me alegraba la idea que pasaremos un tiempo juntos, sin ningún tipo de molestias; pero por otro sentía que la estaba haciendo correr un gran peligro y eso era lo que menos quería, ponerla en peligro.

Pasamos horas metidos en la entrevista, cuando de repente escuchamos voces y risas de personas que estaban a punto de entrar en la escena.
Valeria se sobresaltó y apagó con un poco de torpeza la grabadora, me miró confusa, pero para ese momento yo ya sabía de quiénes se trataban.

Era mi padre acompañado de mis hermanos. 

viernes, 29 de abril de 2011

Capitulo 23: "Egoismo, sacrificio y miedo"


En todo el camino mi mirada estuvo hacia el exterior de la ventana, mi mente solo trabajaba al ritmo de Michael. Y no podría ser de otra manera, aquel chico de mirada intensa y piel morena había puesto de cabeza mi mundo entero.
Al aceptar ese viaje, no estaba midiendo la magnitud de las cosas, pero mejor era así. Sin preocupaciones y dejando que el corazón tome control de mis actos por una vez en mi vida. Capas y estaba actuando como una total egoísta, pero con Adela y Courtney… no conmigo.

-Y, ¿cómo te fue? -me preguntó Adela sacándome de mis pensamientos y haciendo que me ponga tensa.

-Ah, pues… bien. -le respondí titubeante terminando con una sonrisita nerviosa.

Silencio. Volví mi mirada hacia la ventana y solté un largo suspiro, ahora todo quedaba en mis manos que todo salga como lo habíamos planeado.
Al poco rato ya estábamos de regreso, me quité los tacos al pie de la escalera y empecé a subir lentamente para no causar alboroto, ellas hicieron lo mismo.

Entré casi corriendo al cuarto, me sentía exhausta por eso me tiré a la cama y me quedé así, mirando al techo como si ahí encontraría la solución a todos mis problemas o a cada uno de mis dilemas.

De repente, la cabecita de Courtney se asomaba por la rendija de la puerta.

-Pasa pequeña… -le indiqué sin dejar de mirar al techo.

Ella entró y se sentó a mi lado sin pronunciar palabra alguna, conociéndola, seguramente quería preguntarme algo o contarme una situación que estuviera atormentando sus prematuros pensamientos.

-¿Sucede algo malo Courtney? -pregunté sentándome a la misma altura que ella.
Hubo un pequeño silencio. Courtney no dejó de mirar al piso, entonces me preocupé. -Pequeña, ¿pasa algo malo? -volví a preguntar.

-No, no me pasa nada… malo. -musitó entre susurros y se llevo el cabello hacia atrás con una mano para mirarme y soltar una sonrisita de lado.

-No sé si te pasa algo malo o bueno, pero algo te pasa… y me lo vas a decir quieras o no. ¿Está bien?

Ella asintió para luego soltar un suspiro y mirar hacia arriba.

-Valeria… -volviendo la mirada hacia mí- he estado pensando… cuando tú y Adela regresen a Chicago y me lleven con ustedes, ¿mi vida será distinta? Quiero decir… ¿qué haré mientras este allá?

-Escúchame -dije tomándola levemente de ambas manos- cuando estemos allá, nuestras vidas cambiarán… sí, la mía también. -sonreí y la solté para levantarme, dirigirme al clóset y empezar a buscar el pijama- Verás, tú regresarás a la escuela y yo… trataré de buscar trabajos de medio tiempo para ver si ahorro más dinero.

-Claro, ¡eso me imaginaba! -soltó una suave risa para luego levantarse y terminar parada junto a mí- Vale, veo que tienes planeado todo respecto a mí y bueno, solo tengo una pregunta por hacerte y espero no te moleste o te incomode. -paré en seco de buscar y la miré confusa- ¿qué pasará contigo y Michael?

Suspiré. Pude sentir como la respiración se me entrecortaba de la angustia porque la verdad, no sabía con exactitud qué pasaría con nosotros.

-Courtney, te contaré un secreto, te lo contaré a ti porque confío en que tú no me juzgarás y que comprenderás totalmente el por qué de mi acción. -la tomé de una mano e hice que se sentara al borde de la cama conmigo.- Michael y yo, estamos planeando un viaje…

-¡¿Un viaje?! -gritó y al instante se tapó la boca- Lo siento… pero, ¿un viaje Valeria? -asentí agachando la mirada- Debes estar completamente loca, aunque no… tu no estas loca, estas enamorada. -riendo.

Al instante sentí como la vergüenza se revelaba en mis mejillas sonrojadas y miré a Court con una sonrisa llena de nerviosismo.

-Tuve que aceptar ese viaje, no podía negarme… pequeña tu me entiendes.

-¿A dónde se irán? -posando la mano en su frente como tratando de imaginar tremenda locura.

-El quiere conocer el lugar en donde nací, es… algo que no acepté al instante, pero no sé, logró convencerme. -dije tratando de explicar lo inexplicable.

-No lo puedes llevar ahí, es… peligroso. Se van a exponer y capas esta “travesurilla” de ustedes termine mal, lo siento mucho… pero creo que será así. Seamos realistas.

-Eso fue lo que yo traté de decirle, pero no le importó, el solo quiere pasar tiempo conmigo y yo también quiero pasar tiempo con él. Es una locura llevarlo ahí, lo sé… pero -inflé una mejilla al sentir que no se me ocurría alguna excusa y guardé silencio.

-¿Pero….? -insistió Courtney

-Él lo tiene todo controlado… confío en Michael. -susurré.

-Mira, yo no te diré que no vayas y quiero que sepas que aunque me parezca una descabellada idea, te apoyaré en todo. Pero -levantó la voz- el verdadero problema es Adela, ella sí enloquecerá y lo sabes.
-Si, lo sé… pero en estos momentos no pienso en ella sino en mi felicidad y disculpa si sueno egoísta y pienses que te dejaré toda esa tensión o drama a ti, pero no te preocupes, yo igual me encargaré de eso.

Nos quedamos otra vez en silencio hasta que Courtney me dio las buenas noches y salió de la habitación. Terminé de ponerme la ropa de dormir y me acosté, para mi suerte sucumbí al sueño rápido.

Al otro día me levanté y me dirigí rápidamente al baño, cuando salí de la ducha ya cambiada pero aún secándome el cabello con una toalla de mano, noté que la chaqueta de Michael estaba colgada en el espaldar de una silla. Sonreí y me acerqué hacia ella.
Cuando la tenía entre mis manos, la estrujé contra mi cuerpo cerrando los ojos, aspiré su perfume, que aún seguía intacto, como si se tratara de alguna droga adictiva. Porque eso era él, mi droga y mi perdición, que cuando no lo tenía cerca, me desesperaba y sentía que necesitaba de él a cualquier costo.

La dejé en su sitio y salí arrastrando los pies, todavía me sentía cansada, anoche me había acostado tarde por la fiesta, y a pesar de eso, tenía que ir ese día donde Michael para seguir trabajando. Según Adela, nos quedaba poco tiempo, pero yo estaba segura de que no era así.
La verdad que no entendía hasta ahora por qué teníamos tan poco tiempo para hacer el trabajo encargado por nuestro jefe, era ridículo y me hacía sentir enfadada.

-¿Irás donde Michael? -me preguntó Adela que se encontraba sentada tomando de una taza con lo que supuse que sería café.

-Sabes que si y preguntas. -la miré arqueando la ceja para después sentarme a su lado- Quiero volver a la cama, siento que todavía no despierto del todo. -dije soltando un escandaloso bostezo.

Adela empezó a reírse y yo solo sonreí. Casi al momento entró Courtney frotándose los ojos, aún estaba en pijama y al parecer tenía la misma flojera que yo.

-Buenos días señorita “social” -dijo Adela en tono burlón, al parecer estaba de buen humor, para mi suerte- ¿dormiste bien o también estas como Valeria?
-¡Al parecer alguien anda de buenas hoy! -exclamó sarcástica Court- Sí, he dormido bien, pero todavía no puedo abrir con totalidad los ojos, los párpados me pesan un poco, en fin… ya me pasará. -sonriendo de lado.

Ya las tres sentadas empezamos a conversar sobre lo de anoche.
Con sus ocurrencias hicieron que mi día tenga un agradable comienzo, sobre todo porque el centro de conversación fue Courtney y un chico que no supe quién era al final; solo escuché que se llamaba Rod y que era un poco mayor que ella, pero en ese momento me encontraba algo distraída. 

-Estás rara Valeria. -musitó Adela- Por ratos te reías con nosotras y después te quedabas colgada, como ida.

-Debe ser el cansancio... -me cubrió Courtney sonriéndome y arqueando una ceja.

-No es nada, solo que estaba pensando en algunos sacrificios que debo hacer y no sé, por momentos siento miedo.

-¿Miedo? -preguntó extrañada Adela.

-Si, miedo… -respondí mirándola como si de pronto la preocupación invadiese mis pensamientos- miedo a tomar mis propias decisiones, miedo a defraudar por querer iniciar una vida independiente, miedo a fracasar por actuar como una completa egoísta, miedo a defraudar… miedo a todo, Adela, a todo.

Me puse de pié, tomé mi bolso y salí.
Seguro que Adela se había quedado con una gran interrogante, pero ya encontrará la respuesta a todo, cuando me haya ido.

lunes, 11 de abril de 2011

Capítulo 22: "Todo... bajo control."


-¡¿QUÉ!? -pegué un grito que de seguro todos en esa mansión me habrían escuchado.

-Como lo escuchas, quiero que me lleves a conocer el lugar en donde naciste. -aclaró con una inocente sonrisa.

-Pe… pero. -suspiré- Michael, hace muchos años que no voy para allá. Sería como… retroceder a un pasado que no quiero volver a recordar, entiende que sería muy difícil para mí.

-Por favor Valeria, quiero conocer más sobre ti y esa es la mejor opción para hacerlo. Además… -agregó tomándome de las dos manos- sabes perfectamente que mientras no afrontes lo de tu pasado afectarás tu presente y ya sabemos lo que pasaría con tu futuro…

-Esta bien, te doy la razón en eso, Pero… ¿tu no tienes proyectos que realizar? Mira que no quiero interponerme en esas cosas, tus fans van a querer aniquilarme, ¿sabías?

Se echó a reír.

-Eso puede tomar su tiempo, ¿sabes todo lo que demoré para sacar al mercado Thriller niña? ¡Estoy exhausto! Necesito un descanso y tener ese viaje contigo, serían unas vacaciones estupendas.

-¿Y que hay de mi trabajo? ¿Te tengo que recordar cada segundo mi misión en esta ciudad Michael? -llevándome las manos al rostro- ¿Entiendes que Adela volará si me voy contigo? ¡Se volverá loca! Y no quiero dejar a Courtney sola cuando pase eso, si captas a lo que me refiero.

-Valeria… por favor, vámonos. -la expresión alegre de Michael cambió al instante por una de tristeza- ¿Acaso tu no entiendes que pronto te irás y capas no volveré a verte?

Quedé helada, sin saber qué decirle para convencerlo de que su idea era descabellada. Por un lado, él tenía razón. Quedaban pocos días para que regrese a Chicago y había disfrutado tan poco con Michael que me parecía injusto negarle esa propuesta. Pero por otro lado, temía que ese viaje perjudique a Adela. Si yo fallaba con ese trabajo que nos encargaron en el periódico la única afectada iba a ser ella, porque era la encargada de todo este proyecto. Además, estaría dejando sola a Courtney y actuaría como una total egoísta.

-Me estas poniendo entre la espada y la pared, ¿lo notas? -dije en un tono bajo y triste- Pero bueno, supongo que no puedo negarte esa propuesta Michael, temo que tendré que aceptar ese viaje contigo.

Y como por arte de magia, otra vez la sonrisa de niño apareció en el rostro de Michael. Cada vez que el se ponía así de feliz, era como si de pronto sienta que tengo una meta en esta vida: verlo sonreír a cualquier costo.

De pronto alguien irrumpió la tranquilidad de nuestra conversación, Adela había entrado casi corriendo al inmenso jardín.

-¡Hasta que al fin te encuentro! -exclamó de una manera exagerada- algo me decía que estabas aquí y con él.

-Entonces hubieses comenzado por buscarme acá, seguro te has dado un recorrido por toda la mansión. -dije partiéndome de risa con Michael.

-Adela, precisas relajarte. -dijo Michael aún entre risas- Valeria estuvo aquí las últimas horas. Tranquila, ella ya cumplió con su trabajo.

La miré y le sonreí como una niñita inocente.

-Si, eso espero…

-Adela, ¿dónde esta Courtney? Te diré que eres malísima haciendo de niñera, eh.

-Ya esta viniendo, estaba entretenida en una conversación con un muchacho, que por cierto… no logré saber de quién se trataba. -comentó sentándose a mi lado- le dije que venga acá.

-Seguro se habrá aburrido en esta fiesta, pobre pequeña. -advirtió Michael con un tono culpable.
-Te aseguro que esa niña se ha divertido más que todos nosotros juntos, la he estado observando. ¡Courtney es tan desenvuelta que asusta! Valeria, tenemos muchas cosas que aprender de ella.

Reí. Lo que me decía Adela no me sorprendía en lo absoluto, para mí Court tenía algo que la hacía especial y muy diferente a las chicas de su edad.

-Adela, ¿recién te das cuenta? Desde el primer momento en que hablé con ella me percaté de eso. Tenemos que estar muy agradecidas tenerla a nuestro lado.

-¿De quién hablan? -preguntó Courtney apareciendo sorpresivamente atrás de nosotros.

-De ti pequeña. -respondió entusiasmado Michael- acá las señoritas dicen que eres una niña muy especial.

-¿Así? Y, ¿a qué se debe esto?

-A que te vi muy cómoda codeándote con algunos famosillos por ahí. -esa respuesta de Adela causó que Court se ponga colorada de la vergüenza- en la casa me contarás qué tanto hablabas con ese muchacho.

-No actúes como su madre, mira que la incomodas. -dije para evitar que Courtney siga avergonzándose.

-Bueno, esta bien… ¿nos vamos? Es tarde.

Miré a Michael y él me hizo un puchero jodidamente irresistible. Adela se dio cuenta y echó a reírse.

-Vamos Courtney, dejemos que estos dos se despidan. -tomando a Court de la mano- Valeria, te espero en la puerta, cinco minutos… no más.

Asentí. Al fin nos habíamos quedado los dos solos otra vez, esos cinco minutos los tenía que aprovechar.

-Bien. -dijo Michael- ¿cuándo nos vamos?

-No sé, tu eres el que esta planificando todo, ¿no? Lo que no sé es ¿cómo harás para que nadie te reconozca?, mira que no solo eres famoso acá.

-¿Siempre tengo que recordarte que tengo todo bajo control respecto a eso? Tu solo preocúpate en cómo harás para escaparte de la malvada Adela -riendo- mira que si te descubre, será el fin de nuestro viaje.

-Tengo una idea. -dije frunciendo levemente el seño- estoy segurísima que funcionará.

-¡Perfecto! -exclamó Michael- nos vamos pasado mañana.

Nos sonreímos como un par de cómplices, estábamos planeando nuestra huída y para eso nuestros “planes maestros” deben funcionar a la perfección.

-Bueno, ahora sí me tengo que ir. -dije poniéndome de pie- no quiero hacer enojar a Adela, sino… el plan será más difícil de ejecutar. -reí.

-Te acompaño, no te vayas a perder. -lo miré y le enseñé la lengua de manera divertida- debes tener frío, toma… ponte mi chaqueta.

Se la quitó y me la puso delicadamente sobre mis hombros. Al instante sentí su perfume embriagarme el ser y quedé como una tonta paralizada.
Reaccioné por el tacto de su mano entrecruzándola con la mía, apoyé mi cabeza sobre su hombro y  nos dirigimos hacia la salida del inmenso jardín.

Cuando íbamos a entrar al gran salón, me detuve en seco.

-Michael, deberías soltar mi mano. Tu sabes el por qué…

-Cierto, tienes razón. -dijo Michael poniendo una incómoda expresión en el rostro- me gustaría que todos se enteren de lo nuestro.

De repente, una idea inquietante atacó mi cabeza.

-Michael, me presentaste ante Brooke como tu novia, no crees que…

-No. -me interrumpió- ella no dirá nada, le he contado todo. Ella sabe que esto lo mantenemos en secreto. Pero tú conoces este medio, sabes que en cualquier momento un colega tuyo empezará a especular y no se cansará hasta descubrir la verdad.

Una vez más, Michael llevaba toda la razón. Conocía demasiado el mundo del periodismo, muchas veces hasta yo especulé relaciones entre diferentes cantantes, actores o cualquier artista que este de moda. Me causaba risa el hecho de que ahora iba a ser yo la que en cualquier momento salga en esos titulares llamativos, molestosos y muchas veces llenos de ignorancia.

-Como digas Michael, ahora si tomemos prisa sino quieres ver a Adela echando humo por las orejas.

Caminamos un largo rato, me molestaba que ese lugar sea tan ostentoso y grande, era completamente innecesario hacer caminar tanto a la gente para llegar a un destino de esa mansión. Al menos los zapatos ya no eran una molestia para mí.
Michael era detenido una que otra vez por gente que lo saludaba, le pedía una foto o simplemente para ver quién era la señorita que andaba a su lado. Obviamente, era yo.

Cuando llegamos a la salida, Adela estaba a un segundo de agarrar cólera, seguro porque ya había conseguido un taxi y yo no me aparecía. Le sonreí para que cambiara su tensa expresión, por suerte lo conseguí.

-Dije cinco minutos Valeria. Veo que tu no sabes medir el tiempo y menos si estas con él.

-¡Eres una boba! Ya, métete al taxi… estas haciendo estresar al chofer. -volteé para mirar a Michael- gracias por hacer que mi noche no sea un completo fastidio y… gracias por la chaqueta. -dije quitándomela de los hombros, pero él me detuvo.

-Quédatela, cuando bajes del taxi sentirás frío. -me sonrió colocándome de nuevo la chaqueta.- Y, pequeña… no me agradezcas nada, sabes que yo daría lo que fuera por verte sonreír.

“Ok”, fue lo único que pude pronunciar antes de que Michael juntara delicadamente sus labios con los míos.
Buena manera de terminar la noche…

-Adiós. -dije separándome de él y sonriéndole tiernamente.

Subí al taxi y ya dentro las tres nos despedimos con la mano de Michael. Cuando el chofer puso en marcha el coche vi como lentamente se hacía más lejana la persona más increíble de este Universo, mi Universo.

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Hola chicas! 
Solo tomaba este pequeño espacio para decirles... ciertas cosas. La primera es que capas y estos días me demore más de lo habitual en actualizar, ya que han habido ciertos problemas y lo más probable es que este sin Internet por algunas semanas. Segundo, bueno... agradecerles a todas por sus comentarios; siempre se dice, lo esencial en un fic son los comentarios de ustedes ya que eso hacen que fortalezca el blog y de pasada, las ganas de seguir escribiendo... hahaha! :)
Y por último, solo pedirles un pequeño favor... cuando comenten, no quiero que solo se quede en un "oh, me encantó... actualiza pronto!" quiero que se tomen un milésimo segundo de su tiempo y opinen sobre el capítulo, creo que no les cuesta nada ese pequeño "esfuerzo" :)

Sin nada más que pedirles o avisarles, las dejo de fastidiar! x)
Un beso a cada una de ustedes! Las quiero mucho (L) y GRACIAS otra vez!

L.O.V.E

domingo, 3 de abril de 2011

Capítulo 21: "Fiesta y Propuesta"


Me quedé un rato recostada en la puerta, hasta que reaccioné.  Eran más de las 5 de la tarde y tenía que estar lista para la noche que no tardaría mucho en llegar.

Definitivamente tenía que ponerme en manos de alguna peluquera, estaba echa un desastre. Mis greñas color azabache eran una batalla difícil de ganar, imposible ponerlos en orden, mi rostro andaba más pálido que de costumbre y mi mirada revelaba lo fastidiada que estaba con ese compromiso.

Me acordé al instante de que no tenía necesidad de salir a la calle para una búsqueda desesperada por un taxi, me acordé de Brandon, aquel agradable señor que me dio su número para cualquier otro día que requiera de sus servicios. Corrí hacia mi habitación para buscar ese pequeño papel que guardé en una de las agendas de Adela. Para mi suerte, aún seguía ahí.
Marqué el número, Brandon contestó.

-¿Hola?

-¿Señor Brandon? -pregunté tímidamente.

-Si soy yo, ¿usted… es?

-Ah… si, verá… soy Valeria, hace unos días me hizo un servicio de taxi y quería saber si…

-¿Valeria? -me cortó- Oh niña, qué alegría escucharte de nuevo. Pero dime, ¿qué deseas?

-A eso iba -reí- pues, necesito que me haga un servicio especial. ¿Podría?

-¡Claro que sí! usted solo indíqueme todo y yo estoy a su disposición.

-¡Gracias! -dije alegremente para luego indicarle la dirección, el horario y todo lo demás.

-Está bien, en menos de media hora estoy ahí. Hasta luego.

Colgué y fui a hacer los últimos arreglos para esa noche, iría a un salón para ver qué podía hacer con mi rebelde cabello y de ahí regresaría para vestirme y dirigirme hacia allá.

Después de unos minutos, un muchacho vino a avisarme que el Sr. Brandon ya estaba esperando por mí, así que bajé, entré al taxi y lo saludé muy amablemente. Le indiqué a donde quería ir y al darse cuenta de mi inquieta expresión en el rostro, aceleró.

-¿Algún compromiso señorita? -preguntó sacándome de mis pensamientos.

-¿Eh? Si, usted sabe… reuniones con famosos para poder sacar alguna historia. -sonreí levemente y dirigí mi mirada hacia la ventana.

-Ah claro, olvidaba que usted era periodista…

Hubo un silencio, un largo silencio hasta que llegamos a un salón de belleza que estaba sin clientes para mi suerte.
Bajé del taxi y le dije a Brandon que me esperara, el asintió.

Cuando entré sentí al instante el agradable ambiente, al instante una señorita de cabello color rojizo; tan intenso como el de Adela, me invitó a pasar, ya que me había quedado en la puerta.

-¿Usted ha venido a verificar el local o a ponerse más linda de lo que es? -preguntó con una contagiosa sonrisa en el rostro.

Eché a reír y me senté para ponerme en manos de esa tan agraciada señorita, le indiqué qué hacer con mi cabello.

Unas delicadas ondas empezaron a caer sobre mis hombros casi al instante, no quise hacerme algo tan llamativo, solo quería algo que me haga ver presentable y sencilla a la vez. Ese siempre ha sido mi estilo.

-¡Listo! Usted ha quedado perfecta. -exclamó la chica de cabello rojizo.

-Gracias, mi cabello quedó presentable… -reí- ha hecho un gran trabajo.

Le pagué y salí rápido de ahí, tenía la suerte de tener al Sr. Brandon a mi disposición, se me había hecho tarde… estaba segura que Adela me iba a matar en cuanto llegue.

Llegué a la habitación y corrí a vestirme, solté un gran suspiro de alivio al ver que el vestido todavía me entallaba bien. Una vez ligeramente maquillada ya estaba en camino hacia la fiesta, por suerte no había olvidado llevar conmigo la dirección y pudimos llegar sin ningún inconveniente.

La entrada estaba infestada de periodistas, camarógrafos, estrellas, carros lujosos y más. Así que decidí bajar del taxi y caminar la poca distancia que quedaba hacia la puerta.
Era una mansión escandalosamente lujosa, como me lo imaginé. Al llegar a la puerta mostré el carnet que me había dado Adela, entré sin dificultad alguna.

Cuando entré, me sorprendí mucho, estrellas que jamás pensé ver en mi vida estaban ahí, frente a mi. Hablando entre ellos, tomando bebidas, comiendo los diferentes aperitivos que ofrecían los mozos, algunos bailando, otros simplemente riendo y disfrutando del buen ambiente. Me quedé parada en un rincón, tratando de no llamar la atención y buscando con la mirada a Adela y a Courtney.

-¡Hasta que llegaste niña! -exclamó una voz femenina atrás mío.

Me di la vuelta… era Adela.

-Lo siento, se me hizo tarde. -mirando a los lados- ¿y Courtney?

-La dejé con Michael.

Me sobresalté, escuchar su nombre era como si de pronto me dieran cuerda y las ganas de verlo se hagan más grandes e intensas. Dirigí mi mirada a Adela, estaba partiéndose de la risa, tal vez había puesto otra vez mi cara de “gatita degollada”, como decía ella.
Le dí un pequeño codazo para que dejara de reírse, ella paró al instante al ver que estaba armando un escándalo con sus ruidosas carcajadas.

-Bien, ya estoy aquí… ¿dónde comienzo? -pregunté poniéndome un tanto nerviosa, jamás había visto tanta gente famosa en un solo lugar. Tenía miedo de ponerme como una nena de 5 años por la “emoción”.

-Mira, es una fiesta… puedes pedir pequeñas entrevistas a cualquier famoso que se te ocurra, ¡eso sí! -me advirtió poniendo su dedo índice frente a mi rostro de manera amenazante- No los incomodes, sino… perdemos toda oportunidad.

-¿Me crees acaso una novata? -la miré levantando una ceja- aunque no puedo negarte que me siento nerviosa, pero no te preocupes… no te decepcionaré. -y terminé con una sonrisa fingida.

Adela suspiró. Capas de alivio, capas de resignación al saber que aunque me haya dado esa advertencia igual termine por arruinarlo todo. Ella me tenía confianza, pero en estos días he hecho cosas suficientemente absurdas como para que ella vaya perdiendo esa confianza poco a poco.

-Solo… haz lo que tengas que hacer. -culminó sonriendo levemente y alejándose de mí.

Y me quedé parada, en medio de todo el alboroto. Era tiempo de empezar con mi trabajo, pero no sabía exactamente cómo.
Caminé varios minutos por el lugar ignorando algunas incómodas miradas, tratando de pasar desapercibida. Pero creo que cuando tratas de actuar lo más “normal” posible, ridículamente llamas más la atención.

Inexplicablemente tomaba cada trago que ofrecían los meseros, capas y así la seguridad volvía a mí. Menuda tontería, todo esto me hacía parecer una total novata, al parecer Adela tenía de qué preocuparse.

-¡Eres una alcohólica! Y yo que te tomaba como mi ejemplo a seguir. -escuché entonces una vocecita atrás mío, haciendo que casi botara el líquido que tenía en la boca del susto que me pegó. Volteé lentamente, era Courtney.

Estaba riéndose a carcajada abierta por la forma en que reaccioné, pero no me molesté, en cambio me contagié de su risa perdiendo toda inseguridad y librándome de toda tensión.
Su cabello iba suelto, tan lacio y rubio como siempre. Llevaba un vestido blanco que le llegaba a las rodillas haciéndole tomar un aspecto angelical, un leve rubor en las mejillas y un delineador que hacían resaltar el color azul de sus ojos.

-No lo soy pequeña, solo que estoy algo tensa… o bueno lo estaba. Tu comentario me hizo reír mucho. -bajando la voz- para serte sincera, tanto famoso me pone nerviosa, pero ¡ya! Tengo que empezar con todo de una vez sino Adela no me deja entrar a la casa esta noche.

Reímos un largo rato, hasta que Courtney me dijo que me dejaría sola para que pueda hacer lo mío. Asentí y ella se fue perdiéndose en medio de tanta gente.

Pasaron unas horas y ya había comenzado con mi trabajo, poco a poco iba perdiendo la timidez y la rigidez de mi cuerpo iba librándose. Por ratos buscaba disimuladamente con la mirada a Michael, pero no había ni un rastro de él. Quería aunque sea saludarlo o que el me sonría a lo lejos, eso era más que suficiente para seguir animada esa noche.
Estar caminando de un lado a otro con tacos, no era lo más cómodo del mundo, estaban empezando a molestarme los zapatos, así que me senté en una silla que para mi suerte estaba libre de cualquier persona.
Me dí cuenta que alguien me estaba observando, miré a todos los lados y cuando fijé mi mirada al frente, me dí cuenta de que la persona que me observaba era Janet. Ella se dio cuenta de que también la estaba mirando, se acercó al instante hacia donde estaba y se sentó a mi lado.

-¿La estas pasando bien? -preguntó animada, con esa sonrisa en el rostro increíblemente parecida a la de Michael.

-Un poco, si tan solo no estuviera trabajando… estaría pasándola muy bien. -respondí acomodándome los zapatos de manera casi vulgar.

Janet echó a reír, seguramente se burlaba de la manera en que me acomodaba el calzado o tal vez de mi aburrida expresión. Deseaba poder salir de ahí en cualquier momento, pero no sin antes ver a Michael por lo menos un segundo.

-Todos me preguntan por ti, creen que eres muy buena en lo que haces. -comentó Janet haciendo que me detuviera en mi lucha contra mi incómodo calzado, la miré confusa. No veía razón por la cual comentaran sobre mi “buen” trabajo, en cambio, pensaba salir con una reputación de mala periodista.

-¿En serio? -la miré fijamente- no lo puedo creer, solo he entrevistado a poca gente, créeme que estos zapatos me están matando. Además, esta clase de fiestas no son para mí y menos si ando se preguntona por todos lados. -terminé haciendo un mohín que causó la risa instantánea en Janet.

-¡Pero si ese es exactamente tu trabajo! -exclamó aún entre risas- creo que ya has hecho suficiente por hoy, trata de disfrutar de la fiesta… eres una invitada después de todo ¿no?

-Si, lo soy… pero tengo que cumplir con mi deber. -suspiré- no te preocupes Janet, en serio, me siento bien haciendo esto.

Era obvio que estaba mintiendo, pero no quería que Janet se sienta comprometida por el mal momento que estaba pasando. Me puse de pie, pero al instante ella me detuvo del brazo.

-¿Quieres ver a Michael, cierto? -preguntó directa con una sonrisa pícara en los labios.

Al instante sentí como mis mejillas quemaban, estaba segura que mi rostro tenía un rojo intenso haciéndome lucir indefensa ante la pregunta de Janet.

-Lo sabía. -soltó una risita- si quieres te llevo con él y así….

-No, gracias -la interrumpí- no es… necesario, tengo que terminar con esto. Michael sería una gran distracción si logro verlo.

Janet me miró con la expresión confusa, para luego convertirla en una expresión de alegría.

-Yo sé que quieres verlo, si tan solo vieras tu rostro cuando te hablo de él…

Mierda. Tenía que aprender a controlar mis expresiones, me moría de vergüenza al imaginar la cara que tenía.
“Debo lucir como una verdadera tonta”, pensé.

-Esta bien, llévame donde él. -me rendí- Pero solo quiero verlo un rato. -Nos pusimos de pie, pero al instante recordé la advertencia de Adela hace unos días atrás. -¡Espera! Veré a Michael, pero tiene que ser a… escondidas.

Un nuevo frenesí de risas invadió a Janet, su risa me parecía la más encantadora, pero en ese momento… se me hizo molesta.

-¿Hablas en serio? -asentí agachando la cabeza- Bueno, esta bien seguro sigues órdenes, pero ven… sígueme.

La seguí, pasamos caminando entre muchísima gente, Janet saludaba a todos y yo puse una gran sonrisa fingida en mis labios, respondiendo al saludo de cada uno para mostrar cordialidad.
Subimos escaleras, recorrimos varios pasadizos. El recorrido se me hizo eterno, pero todo valía para ver al chico de los hermosos ojos marrones.

Janet me conversaba durante la búsqueda, yo a veces reía ante las ocurrencias de ella. Era realmente divertida, tenía el mismo humor de Michael, sabía que eso venía de familia.
Hasta que al fin, llegamos. Estábamos en medio de un inmenso jardín, la luz de la Luna se filtraba entre las ramas de los frondosos árboles que yacían ahí, se podía escuchar el sonido de los grillos, haciendo que el jardín tome un hermoso aspecto nocturno e íntimo. Había una pequeña laguna rodeada de flores multicolores y unas cuantas bancas de aspecto añejo color blancas.
Divisé a Michael a lo lejos, estaba sentado con los codos apoyados en las piernas y la cabeza gacha. Janet me hizo un ademán para que vaya hacia él. Caminé, pero al instante divisé una sombra a su lado, no me detuve, seguí caminando hasta que poco a poco me percaté que esa sombra tenía silueta femenina. En ese momento el corazón se me aceleró, tanto que podía escuchar los sonidos de mi arrítmico latir, cuando ya estaba a escasos centímetros de donde él se encontraba me detuve.
Michael no se había percatado de mi presencia y así lo prefería, solo tuve el valor para pronunciar su nombre.

-¿Michael? -pregunté casi susurrando, pero fue suficiente para que él me escuchara. Volteó y al verme apareció una enorme sonrisa en su rostro.

-¡Valeria! -exclamó poniéndose de pie dejando al descubierto aquella sombra que como me imaginaba, era una mujer.

Me abrazó fuertemente, pero yo no le respondí el abrazo. Intento besarme, pero yo le esquivé todo acercamiento amoroso, estaba tan ocupada descifrando la identidad de aquella mujer.

-¿Pasa algo? -preguntó al instante Michael alejándose de mí- ¿Hay algún problema?
-¿Quién es… ella? -cuando lancé esa pregunta el corazón se me aceleró más, pensé que iba a salirse de mi pecho en cualquier momento.

-¡Oh! ¿Ella? -se volteó para llamar con la mano a aquella desconocida.

Cuando se acercó casi la pude reconocer, su rostro se me hacía muy conocido, pero no sabía de donde.

-Valeria, te presento a Brooke Shields. Brooke, te presento a Valeria… mi novia.

“Valeria… mi novia”, esa frase hizo que sonría como una absoluta boba. Aunque debía reconocer que el cabello ondulado color castaño, los ojos azules y su piel color blanco de Brooke hizo que los celos irrumpan de manera brusca en mi cabeza. Era increíblemente hermosa, él ya me había contado sobre ella, aparte que ya la había visto unas cuantas veces en la televisión, pero jamás pensé que me iba a encontrar con tremenda… sorpresa.

-Mucho gusto. -dijo Brooke alargándome su mano y sonriéndome de una manera encantadora. -Michael habla mucho de ti, pero jamás pensé conocerte hoy y déjame decirte que eres mucho más linda de cómo él te describe.

Sorprendida le otorgué mi mano y las apretamos levemente.

-Gracias, eres muy amable. -fue lo único que logré decir.

-Bueno, seguramente quieren estar solos… los dejo. -dijo esto se despidió de nosotros y se alejó de donde estábamos nosotros.

De repente, Michael empezó a reírse a carcajadas, rompiendo toda la tranquilidad de la noche.

-¿De qué te ríes? -le pregunté extrañada- haces mucho ruido, guarda silencio.

-Lo siento, es que… -paró para poder calmarse- por un momento pensé que estabas celosa.

-¿Celosa? Estas alucinando. -contesté blanqueando los ojos y cruzándome de brazos. -Solo, me pareció raro verte con ella, después de que me esquivaste una y otra vez el tema de ustedes. Pensé que llevaste una mala relación.

-No, pensaste mal. -dijo acomodándose los rulos que caían graciosamente sobre su frente- Lo que pasó fue que nos distanciamos mucho, ella dejó de llamarme y viceversa. Llegué a pensar que ya no quería verme más y por eso no te hablaba de ello, se me hacía… incómodo.

-Eh… ya veo. -sonreí- bueno, hasta que al fin te encuentro.

-Lo mismo digo pequeña. -se acercó y me trajo contra su pecho- te ves tan hermosa esta noche -susurró muy cerca de mi oído.

Una vez más, me sentí en la misma gloria. Su perfume, sus caricias, su dulce voz, su piel suave y exquisita, todo. Absolutamente todo de él era el mismísimo cielo.
Me separé de él algunos centímetros para contemplarlo, la luz de la Luna hacía que se marquen de una manera celestial sus hermosas facciones. Me perdí en la intensidad de su mirada y me entregué al vicio de sus levemente gruesos labios.

Nos encontrábamos ya sentados en una de esas elegantes bancas, yo estaba recostada sobre su hombro y él me acariciaba el cabello con delicadeza, como acostumbraba hacerlo.

-¿Te acuerdas que tenía una propuesta por hacerte? -preguntó acabando con todo el silencio del lugar.

-Si, ¿me dirás de qué se trata por fin?

-Pues… quiero que nos alejemos de todo esto por un tiempo. -me sobresalté, levanté mi cabeza y lo miré fijamente de una manera confusa. -Valeria… ¿me llevarías a conocer el lugar en donde naciste?