Jamás traté con ese hombre, pero tan solo con verlo hacía que me ponga nerviosa y agarre algo de temor.
Era Joseph Jackson, el padre de Michael.
Se detuvo frente a mí y me miró de pies a cabeza, con la expresión llena de amargura.
-¿Quién eres tú? -preguntó en un tono molesto y poco cortés.
Los hermanos de Michael se miraron confusos y se retiraron rápidamente de la sala al sentir el incómodo ambiente que se estaba produciendo.
-Valeria, mucho gusto. -dije ofreciéndole una mano la cual no sostuvo y la bajé con timidez- Vengo a entrevistar a su hijo.
-¿En serio? -soltó una risa burlona y escandalosa para luego dirigir su mirada a Michael- ¿Cuántas veces te he dicho que las entrevistas dentro de esta casa están prohibidas?
-No te pongas así Joseph, Valeria también es novia de Michael. Sé gentil, por favor.
Volteé mi mirada y vi que Katherine había entrado diciendo esto con una voz suave.
No sé por qué sentí como si una tercera guerra mundial se desataría en ese instante, temí lo peor y tenía razón para hacerlo.
Joseph me miró con sus ojos avellana de manera desafiante haciendo que yo baje la mirada sintiéndome indefensa.
-¡¿Qué diablos acabo de escuchar?! -gritó de pronto Joseph causando que Michael se pusiera tenso- ¿Novia? ¡Debe ser una broma!
-No, no lo es. -respondió Michael desafiándolo con la mirada- Y deja de gritar, por favor.
-¿No te das cuenta que esta chica solo te esta usando para sacar una buena entrevista? Michael, no es más que una…
-¡Ni te atrevas a insultarla! -le cortó Michael y se puso frente a mí- ¡Te prohíbo que lo hagas!
-¿Tu prohibiéndome cosas a mí? ¡¿Quién te has creído tú!? -exclamó Joseph que en ese momento ya tenía la mano alzada con intensiones de hacerle algún daño a Michael.
Sentía que si ese hombre era capaz de agredir a Michael, mis modales se iban a desvanecer e iba a hacer que lo lamentara. Presenciar esa escena fue lo más desesperante que he podido vivir, sentía impotencia, debía decir algo para calmar las cosas, pero debía pensarlo bien… sino solo iba a conseguir empeorar todo.
-Cálmate Michael. -le susurré en el oído para luego ponerme en medio de los dos y miré a Joseph tímidamente- Por favor, no lleve las cosas al límite, no tengo malas intensiones con Michael. Debería pensar antes de juzgar a alguien que ni siquiera conoce.
Cerré los ojos y ladeé mi cabeza como esperando una sentencia de muerte, para mi sorpresa Joseph dio media vuelta, empezó a caminar sobándose la cabeza como si en cualquier instante iba a perder el juicio.
-Solo te diré una cosa. -volteó para apuntarme con su dedo índice de manera amenazante- Han habido muchas tipas como tú en su vida, así que no te sientas especial, sé que en cualquier momento te dejará y serás una más del montón. -rió de manera irónica y miró a Michael- Y tú, deja de andar conquistando chicas y preocúpate en los negocios.
No podía creer lo que me acababa de decir, es más, no lo creía. Joseph desapareció de la vista de los dos junto con Katherine quien minutos antes se disculpó conmigo por lo que había pasado.
Me quedé varios minutos parada en medio de todo, tratando de procesar aquellas palabras hirientes de Joseph. De pronto sentí las manos de Michael acariciar mis hombros con delicadeza, abrí los ojos al contacto de sus manos pero no volteé, seguí sin decir nada durante otro par de minutos.
-No creas nada de lo que ese tipo te ha dicho. -susurró en mi oído- No le creas Campanita… nunca creas en las palabras de Joseph.
Volví a cerrar los ojos y sentí como una lágrima caía por mi mejilla, la atrapé al instante secándola con el reverso de mi mano, suspiré y decidí voltear para encontrar la mirada de Michael.
-Jamás creería en un hombre como él. –dije en un hilo de voz - Pero sus palabras fueron muy… duras.
Lo abracé porque lo necesitaba, solo un abrazo de él podía hacerme olvidar en un abrir y cerrar de ojos todo lo malo.
Aquel incómodo momento había perturbado el nuestro, había irrumpido en nuestro pequeño mundo que siempre construíamos cada vez que estábamos juntos. Joseph fue el único tipo capaz de acabar con nuestra paz y convertir nuestro cielo en un completo infierno, eso era lo que más me enojaba en ese instante en que me refugiaba en los brazos de Michael y estaba segura que él sentía lo mismo, pero trataba de no mostrarlo para poder olvidar aquello de una vez.
-Me siento tan mal por dejar que Joseph te haga pasar ese mal rato… -dijo de repente Michael apoyando su mentón en mi frente- no merecías escuchar sus ridiculeces.
-No te sientas mal, no fue tu culpa… Michael, en cualquier momento iba a pasar esto ¿o acaso pensabas no decirle lo de nosotros? –solté una risita- es mejor que se haya enterado de una vez.
Michael posó un delicado beso en mi frente y después fijó su mirada haciendo que temblara por la intensidad que destilaba; una caricia y después un beso en los labios, la manera perfecta de terminar un bochornoso encuentro como el que acababa de pasar.
Si hubiera tenido que escoger un perfecto final, definitivamente sería este.
-Adoro cuando mejoras todo de esta manera… -susurré haciendo que soltara una amplia e impecable sonrisa.
-Ups, ¿interrumpo? –se escuchó de repente, era uno de los hermanos de Michael.
-No. -respondió irónico- Valeria, él es Jermaine.
Lo saludé gentilmente.
-¡Así que tu eres la famosa Valeria! –exclamó lleno de alegría.
Me sonrojé y miré a Michael quien estaba riendo al ver mi intimidada expresión.
-¿Famosa? No, te has equivocado… yo solo soy una periodista. –respondí queriendo parecer extrovertida.
-Y… la novia de mi hermano. –continuó dándole un leve golpe de codo al brazo de Michael- Bueno, me tengo que ir, gusto en conocerte aunque sea unos segundos Valeria.
Se despidió para después retirarse apresuradamente.
-Lo siento otra vez por tener que soportar a Jermaine. –dijo Michael riendo.
-No te preocupes, al menos el si fue agradable. –sonreí.
Afortunadamente, Michael estaba rodeado de gente que lo quería, como sus hermanos y principalmente su madre.
Cuando llegó el momento en que tenía que irme, acordamos unas cosas para lo que se venía mañana, me daba miedo… pero sabía que junto él lo podía superar.
“No te olvides, mañana temprano en donde quedamos, ¿está claro?”, fue lo último que escuché antes de subirme al taxi que me llevaría a casa.
Ahora solo dependía de mí que todo se diera sin ningún problema de por medio.
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¡Chicas!
Me detengo un instante aquí porque quiero explicarles el por qué de mis retrasos para publicar capítulos.
Lo que pasa es que, estoy pensando dejar la novela. Sí, en serio... lo estoy considerando. Una de las razones por las que decidí publicar este blog fue porque me moría por saber las opiniones de otras personas hacía la novela, si estaba buena, mala... si le faltaba esto o aquello.
Pero veo que no. No recibiré esos comentarios que llenan de alegría a cada chica que publica una historia, no recibiré las críticas que hacen que una crezca cada día más para poder regalarles este pedacito de novela... este pedacito de mí.
Porque eso es lo que es... un pequeño refugio en donde yo me expreso a través de esta historia.
Yo sé que no esta a la altura de otras, pero hago el intento. Porque escribir es una de mis pasiones y lo ejecuto las veces que puedo... y las veces que lo necesito hacer.
Porque si nadie comenta en cada capítulo ¿por qué publico esto en un blog? mejor lo dejo en donde comenzó, en un pequeño archivo de Microsoft Word.
Ahora, tampoco las estoy obligando pero... si yo les ofrezco un poco de esta historia. ¿Ustedes no pueden ofrecerme un segundo de su tiempo para dar una pequeña opinión?
Se los dejo a criterio de cada una.
Por el momento, seguiré procesando esta idea que me tiene inquieta últimamente.
Un beso inmenso a cada una de ustedes.
¡Adiós! (L)
PD: Chicas, acabo de comenzar un nuevo proyecto. Las que esten interesadas acá les dejo la dirección: Nada en especial...
¡Hope you like it!