- T… tu? - mis ojos estaban abiertos como platos.
- Sé que mi llamada no te causa alegría y mucho menos emoción, pero necesitaba llamarte, porque aunque no he estado presente en tu vida… sé de tus planes y de las cosas que haces o dejas de hacer.
- Hace más de diez años que no hablo contigo… papá.
Al decir esta última palabra, las ganas de llorar aparecieron de una manera brusca, mis ojos al instante se llenaron de lágrimas.
- Lo sé hija, pero …
- ¡No papá! - lo interrumpí.- tu no puedes llamarme como si nada después de todos estos años, no sabes todo lo que he pasado por tu ausencia. Creí que eras diferente a mi madre cuando me regalabas esos pequeños momentos de cariño, momentos de preocupación hacia mi… ¡pero no! Resultaste lo mismo que ella, yo… ya no quiero seguir escuchándote, lo siento.
- ¡No me cuelgues!, te lo ruego… sólo quiero que me atiendas por un momento hija.
- Dí lo que tengas que decir… rápido. - le dije casi gritando.
Mi padre suspiró.
- Yo, no te dejé… yo simplemente me hice a un lado para dejarte hacer con tranquilidad tu vida, era un estorbo para ti. Con mi alcoholismo te estaba estancando en muchas cosas y yo solo quería que tú salgas de este infierno al que estabas siendo sometida y en el que injustamente te estabas hundiendo. Hija, todo este tiempo trataba de tener noticias de ti a través de Adela y por favor!, no la juzgues… yo le insistí demasiadas veces hasta que aceptó mandarme noticias sobre ti. En todo este tiempo estuve en rehabilitación y gracias a las cosas que llegué a saber de ti, cada día me daban fuerzas para continuar, luchar por mi objetivo… y -se le quebró la voz.- por fin he podido curarme, sin ningún tipo de recaídas.
No me pude contener más y rompí en llanto como una niña aclamando por el amor de su padre. Mi rencor hacia él había desaparecido por completo.
- Papá, yo… estoy tan feliz de escuchar eso. No sabes cuánto deseé escuchar esas palabras y hoy al fin pude oírlas. Tú me haz hecho demasiada falta y nunca pude entender el por qué de tu abandono hasta hoy. No te imaginas cuanto te amo papá, a pesar de todo… tú fuiste el único que me preparó para la cruda realidad que me esperaba, gracias a ti pude salir adelante ante los problemas que se me presentaban. De ti y sólo de ti saqué esa fortaleza, papá… por favor nunca más vuelvas a perder contacto conmigo… te lo ruego, voy a necesitar mucho de ti… por favor…
- Hija, jamás me volveré a alejar de ti… no puedo cometer el error dos veces, tu ya tienes a tu padre de vuelta mi cielo. Yo voy a estar a tu lado de cierta forma de aquí en adelante, ahora que estas creciendo poco a poco en tu carrera. Adela me comentó que irán a Los Ángeles, sé que harás un trabajo excelente, así que esta demás desearte suerte… porque como te dije un día, la suerte es sólo…
- Para gente mediocre -lo interrumpí.
Nos empezamos a reír juntos y yo sequé mis lágrimas, sentía como mi corazón poco a poco se liberaba de la pesada amargura que llevaba desde muy pequeña. Después de unos largos diez años, mi padre había vuelto a parecer en mi vida; luego de encargarme con una familia no muy agradable, pero apareció en el momento justo y exacto en que mi vida iba a tener un cambio no tan brusco, pero repentino.
Hablé con mi padre por unos minutos y de ahí, colgué. Mis ojos se cerraban de sueño y me dirigí a ponerme el pijama. Traté de no hacer ruido al cambiarme y después de hacerlo, fui a acostarme al sillón de mi pequeña sala. Me puse a pensar en lo sucedido hace unos momentos y el hecho de pensar que mi padre había vuelto a mi vida, me sacaba una risa involuntaria.
Entre esos pensamientos, me quedé dormida.
En lo que me parecieron cinco segundos, sentí los empujones y gritos de Adela.
- ¡¡Valeeeee!! ¡¡Levántateeee!!
- Adela, muero de sueño… ¡no grites!
Fue hacia la ventana de la habitación y abrió las cortinas de un porrazo, la luz golpeó mi rostro y yo casi no podía abrir los ojos.
- Tenemos que abordar un avión “querida” Valeria.
- Ok, ya estoy despierta… ahora me levanto.
Con una pesadez inexplicable me levanté de la cama y me metí a la ducha, después de un largo rato… salí, me puse lo más cómodo que tenía y cuando terminé de arreglar los últimos detalles para el viaje, me asomé a mi también pequeña cocina y noté que Adela ya estaba ahí esperándome para el largo día.
- Ejeem… ayer cuando te fuiste a dormir, recibí una llamada muy interesante. -me acerqué a ella lentamente y observándola con cuidado.
- ¿Sí? ¿Y se puede saber quién era?
- Claro… ¿conoces a un tal Gonzalo Márquez?
Sobresaltada, se alejó de mí.
- Valeria, ¿tu papá llamó?
- Si Adela, mi padre llamó después de todo este tiempo, ¿puedes creerlo?
- Eso me termina de alegrar el día, ¿pero cómo…? -se quedó callada.
- Pero ¿cómo… qué?
- No, no nada… olvídalo.
- No, termina con lo que estabas diciendo Adela.
- Pero, no iba a decir nada importante… ¡olvídalo ya!
Se estaba yendo de la cocina, pero la detuve sujetándole el brazo y la volteé hacia mí.
- Sé que haz estado informándole a mi papá sobre las cosas que estuve y estoy haciendo. Pero, no te preocupes… no te juzgo, sé que lo hacías para protegerme y ayudarme… sé que nunca me harías daño.
- Valeria discúlpame por no contártelo antes, pero tu padre me dijo que…
- ¡Lo sé, lo sé! -sostuve con mis dos manos su rostro.- no te disculpes… todo esta bien, más bien gracias.
Ella sonrió y se alejó. Todo ese rollo era… asunto olvidado.
- De nada Vale… -cambió de tema drásticamente.- ahora, tenemos que irnos, a las 12 sale el avión y…
- Ok, vámonos… ya estoy lista.
Cerré la puerta y eché llave a la cerradura, aseguré la entrada de mi pequeño departamento, fruto de mi esfuerzo y mis ganas de tener una vida decente. Tomamos el taxi que nos llevaba al aeropuerto y en todo el camino anduve mirando el gris panorama por la ventana del vehículo y sumergida en mis pensamientos no hice nada más que aclarar mis ideas y objetivos.
“Y si de repente ya no vuelvo a ser la misma? Y si de repente mi vida cambia y las cosas que tenía planeado hacer, desaparecen? Tal vez tenga miedo, pero arriesgarme sería lo mejor para mi. Tengo que aprender a mantener mis ideales y las cosas que pienso emprender, tal vez así supere los problemas que se me presenten con frecuencia, tal vez así supere todo lo negativo y mi corazón vuelva a conseguir por completo su color rojizo. Ojalá y este en lo correcto, creo que todo es cuestión de mí y de mis atrofiadas decisiones, trataré de mantenerme firme ante las dificultades y no descansaré hasta establecer mis pensamientos y mis alucinadas, pero muy optimistas metas.”
Hubo un momento que mi corazón se entristeció y solté unas cuantas lágrimas. Adela se percató y sujetó mi mano.
- ¿Qué pasa Vale?
- No sé, de repente me dio una sensación de nostalgia.
Me miró extrañada.
- ¿Nostalgia? Pero, si sólo nos vamos a quedar una temporada, ven… recuéstate y tranquilízate, todo saldrá bien.
Me recosté en su hombro y traté de despejar mi mente de esos pensamientos que hacían despertar en mí aquella sensación de tristeza combinado con emoción y ansiedad.
Estuve un rato en esa posición, hasta que llegamos al aeropuerto.
Después de unos papeleos aquí, firmas allá y revisiones algo molestas, abordamos el avión. El corazón me palpitaba con fuerza y las ansias crecían más y más.
“En unos momentos despegamos, tomar sus respectivos asientos por favor, gracias”
- Uff!, ya era hora.
- Adela, recuérdame no hacerte caso la próxima vez.
- ¿De qué hablas?
- Jamás me pidas volver a viajar sea la razón que sea.
Nos quedamos mirando fijamente y el tumultuoso ruido del avión nos interrumpió. Adela quedó algo sorprendida ante mis palabras y yo había quedado tranquila ante su reacción, no hubo más conversación durante el viaje y yo caí dormida, porque dormir era mi única escapatoria a la tranquilidad y a la paz conmigo misma.
Así las horas pasaron como por arte de magia, escuché entre mis sueños la voz de Adela y me desperté sobresaltada.
- ¡Vaya! Si que tienes el sueño pesado, tenemos que bajar.
- Q… Que, ¿ya llegamos? -bostecé.
- Si, párate… ¿o quieres quedarte aquí?
- No seas boba, ya… bajemos.
Cuando bajamos me dí cuenta de que ya había anochecido, Adela y yo estábamos extasiadas. ¿Y cómo no estarlo?, si nos encontrábamos en un mundo totalmente diferente, lleno de luces y de gente con la alegría y amabilidad a flor de piel. Estaba anonadada, encontraba a Los Ángeles hecha una maravilla, cada poco de calle que veía, me quedaba enamorada y con ganas de conocer más. Pero noté el cansancio de Adela mientras nos dirigíamos al hotel, así que no quise proponerle alguna salida para ir a conocer la vida nocturna de esta ciudad, sólo me mantuve callada y fingí agotamiento.
- ¡Qué cansada estoy!, necesito una cama en este instante.
- Bueno, el viaje fue agotador.
- Para mí, si… ¿para ti?, no lo creo, te quedaste dormida como oso en invierno.
- ¡Aaay! No seas exagerada, no es cómodo dormir en esos asientos, casi ni pude tener buen descanso.
- En fin, tienes que guardar fuerzas para mañana, así que… llegas y te acuestas, ¿va?
- Sí, lo que tú digas… mamá. -empecé a reírme.
- JA JA… qué graciosa eres Valeria, en serio me matas.
- Ya, olvida lo que dije.
Llegamos a un lindo hotel, no era lo más lujoso de la ciudad, pero era acogedor, cómodo y lo más importante… limpio. Cuando entramos a la habitación, empezamos a desempacar lo necesario para esa noche. Adela apenas terminó de ponerse el pijama, prácticamente se lanzó hacia su cama y cayó rápidamente rendida en sus sueños y ni siquiera tuvo el ánimo de decirme “buenas noches, Vale”. Yo no tenía mucho sueño, me tomé el tiempo para cambiarme y ordenar algunas cosas de mis maletas, me metí a la cama y puse la mirada al techo… analicé y ordené mis pensamientos una vez más hasta que poco a poco me fui quedando dormida.
Sabía que al día siguiente me esperaba un día cargado…