lunes, 24 de enero de 2011

Capítulo 14: "Noche."


-¡Michael! -le solté la mano- qué cosas dices…
Katherine no estaba sorprendida, ella solo reía junto con Adela y Courtney.
-Solo bromeo… -me sonrió- ¿entramos?
Todos empezaron a caminar, pero yo me quedé con Michael atrás.
-Qué clase de bromitas las tuyas eh… -me crucé de brazos.
-¿Lo creíste, verdad? -empezó a reírse.
-No es gracioso.
-Si lo fue…
De repente, pasó su brazo por detrás de mi cintura para acercarme más a él y poder darme un beso en la mejilla.
-No me hará caer en sus juegos de seducción Sr. Michael. -zafándome de él.
Antes de que me suelte completamente, tomó rápido mi mano… no podía salirme, me estaba apretando fuerte, casi haciéndome daño.
-Michael… me duele.
-No te soltaré… ni ahora, ni nunca.
Me sonrió para después posar sus labios en la mano que tenía sujetada.

Casi al instante entendí, el poder que Michael estaba consiguiendo sobre mí.
Lo que el llamaba rudeza, se convirtió completamente en ternura.
El color carmesí volvían a mis mejillas para no desprenderse por mucho tiempo, Michael me dedicó una sonrisa y empezamos a caminar tomados de la mano… sin decir absolutamente nada.

Llegamos a la parte interior de la casa y en menos de unos cuantos minutos ya estábamos viendo unas películas de Disney aplastados sobre el gran sillón.
Courtney echada apoyando su pequeña cabeza sobre el regazo de Adela y yo al costado de Michael con los pies encogidos, sujetando el brazo de Michael con fuerza y apoyando mi cabeza sobre su hombro.
Por ratos nos dedicábamos miradas y nos sonreíamos como un par de tontos.

Y así estuvimos… hasta que se hizo de noche.
- Es tarde… -advirtió Adela.
- Si… -estirándome- tienes razón. ¿Te has dado cuenta que Court se ha quedado dormida?
Los tres fijamos la mirada en ella, para después reírnos despacio.
  -Suele dormir mucho, ¿no? -curioseó Michael.
  -Si -le respondió Adela- además esta niña tiene el sueño pesado. Manda llamar un taxi Valeria, que no podré cargar a esta niña.
  -No te preocupes Adela, yo las llevo. Además quiero salir esta noche con Valeria… si no te importa, claro.
Me sorprendí y Adela echó a reír.
  -¡Claro que no me importa! Esta chica ya esta lo suficientemente grandecita, así que supongo que ya se sabe cuidar.
  -Esperen…-mirándolo- ¿salir Michael? Ya no pasamos toda una tarde juntos.
  -Quiero pasar las 24 horas del día contigo. -me dijo con timidez.
Adela soltó una par de tosidas notoriamente fingidas.

  -Eh… bueno, ¿me ayudas a llevarla?
  -Claro, déjame que la cargue…
Cuando llegamos al coche, yo todavía no salía de la impresión… ¿Michael quería salir conmigo esta noche?
Negaba con la cabeza y volvía a la realidad.

Entramos. Y en el camino no hice nada más que preguntarle a Michael qué pensaba hacer.
    -Si que eres curiosa ¿eh Campanita?
    -No, solo que… mejor olvídalo y sigue manejando.
Cuando llegamos al hotel, Michael me dio indicaciones.
    -Quiero que subas y te pongas más linda de lo que ya eres, ¿si?
Asentí con la cabeza.
    -En menos de media hora, te vuelvo a buscar.
Guiñándome un ojo, se metió de nuevo al coche para irse volando.
Subí corriendo las escaleras y me dí una ducha, para después salir y hacerle caso a Michael en el sentido de “ponerme más linda de lo que ya soy”.
Una vez lista, me dí cuenta que todavía faltaba unos minutos antes de que llegara Michael. Y cuando salí hacia el pequeño comedor, ví a Adela sentada en la mesa tomando una taza de café. Cuando me vio, abrió los ojos impresionada.
    -¡Estas tan hermosa! Sencilla, pero encantadora.
    -Gracias Adela.
    -¿Nerviosa?
    -No, ¿cómo crees? -puse los ojos en blanco.
En eso, tocaron la puerta y un señor de la recepción me avisó de que “alguien” me estaba esperando.
Me puse como loca.
   -Y no estás nerviosa, claro… -bromeó.
   -Adela no me ayudas. -suspiré- Ahora si, me voy.
   -Suerte.
Me despedí con un beso veloz en la frente y salí.

Efectivamente, Michael estaba ahí… en el asiento del piloto de un carro muy lujoso de color gris.
Como era de noche y no había mucha gente por ese lugar, pasó desapercibido.
Más me acercaba a él y más podía notar su belleza. Estaba tan guapo; (tremenda tontería) Michael siempre lo estaba, pero esa noche… tenía algo especial en él que simplemente, voló mis sentidos.
Hasta que al fin llegué hacia el auto y cuando me metí rápidamente en el asiento del co-piloto, como ya acostumbraba, pude verlo mejor. Estaba con un terno color negro, camisa del mismo color y llevaba el cabello mojado haciendo que algunos rizos caigan graciosamente sobre su frente.
    -Estás hermosa. -posando un beso sobre mi mano izquierda.
    -Gracias Michael… no quiero sonar grosera, pero… ¿a dónde vamos?
Me miró mordiéndose suavemente el labio inferior y poniendo en marcha el coche solo dijo: “Ya verás…”

Estuvo conduciendo un largo tramo hasta que finalmente llegamos a un lujoso restaurante.
   -Michael no…
   -Vamos Campanita -me interrumpió- deja que esta noche, sea inolvidable.

Nos quedamos mirando y reí torpemente. Al instante Michael salió del coche para abrirme la puerta y ayudarme a salir.
Una vez adentro, Michael pidió la mesa que había reservado. Estaba en un lugar sutilmente escondido, donde no había nada más que la mesa finamente decorada y algunas velas alumbrando el ambiente.
Corrió la silla para cederme el asiento, le agradecí para luego sentarme. Estaba tensa y él pudo sentirlo.
   -Valeria, relájate… solo es una cena.
“Sólo es una cena… sólo es una simple cena” Esas palabras retumbaron en mi cerebro casi todo el tiempo que estuvimos ahí.
En medio de la cena, volví a ser yo misma… la Valeria que tanto le fascinaba a Michael, divertida, sin complejos y libre de hacer lo que quiera.
   -Me sorprendiste mucho cuando dijiste eso delante de tu madre.
Ni yo sabía por qué había tocado ese tema.
   -Si lo noté, pero así soy yo de bromista… creo que ya deberías saberlo perfectamente pequeña.
Reí.
   -Pero no sabía que bromeabas con ese tipo de cosas, pensé que tomabas ese tema con más... uummh… seriedad.
Nos sonreímos y seguimos comiendo la variedad de platos que nos habían traído.
Cuando terminamos de cenar y Michael propuso.
   -Te parece si vamos a un lugar más tranquilo.
   -¿Más tranquilo que esto? ¿Me llevarás a un cementerio?
Bromeé y Michael soltó una carcajada.
   -Tu solo sígueme.
Efectivamente eso hice, lo seguí. Sin preocupaciones, sin miedos, sin dudar de él ni un segundo… lo seguí.
Y me dí con la sorpresa de que nos encontrábamos en una playa. Sí, la playa en donde Michael tuvo ese primer impulso de romanticismo hacia mí, esa playa donde juramos no decirnos mentiras y hablarnos siempre con sinceridad el uno al otro.
Empezamos a caminar por la arena, Michael se quitó el saco para llevarlo sobre su hombro y yo me saqué los delicados tacos para sostenerlos en mis manos.
La brisa creaba un ambiente hermoso y perfecto esa noche. Como si la Luna y el Mar se hubieran puesto de acuerdo para tener ese aspecto perfecto sobre nosotros.

En un instante, ya sentados sobre la arena, Michael me abrazó haciendo que mi cabeza quedara apoyada sobre su hombro.
   -Te quiero Valeria… te quiero y mucho. Solo espero que esta noche no la olvides jamás, porque esa era mi meta, sé que te vas en menos de unos cuantos días y no quería dejarte ir sin que sepas que te has vuelto parte esencial en mi vida y que… -con un hilo de voz- me va a doler mucho verte partir.

Lo miré y sus ojos tenían un espesor cristalino que se convirtió en una lágrima rodando sobre su mejilla y antes de que cayera la atrapé con mi dedo índice, secándola.
   -No llores Michael, no llores porque me rompes el corazón y haces que mi partida sea más difícil aún. También te quiero y si no fuera porque tengo que cumplir con mi labor, me quedaría aquí, para siempre… contigo.
Ahora los dos nos encontrábamos derramando lágrimas, Michael secando las mías y yo las de él.
  -Creo que deberíamos dejar de llorar… harás de esta una noche de terror.
Logré que riera y su hermosa sonrisa, causó que yo también haga lo mismo. Volvimos a la misma posición.

   -No sé cómo, pero… creo que sin ti a mi lado, no tendría los ánimos que he llegado a tener hasta ahora. Cada vez que estoy en el estudio, pienso en ti y es como si de pronto las ganas de cantar se vuelven más fuertes. Eres mi fuerza Valeria…

Tomó delicadamente mi mentón haciéndolo girar para quedar a escasos centímetros del suyo, acarició con suavidad mi mejilla para luego colocar su mano en mi cuello acercándome más a él.

Lo inevitable sucedió, nuestros labios se encontraron y su boca se apretó en la mía. Presas de una especie de vértigo, nos estrechamos el uno contra el otro y nos besamos como si aquello jamás debiera cesar.
Lo rodeé con mis brazos suavemente y quedé tan pegada a él que sentía su respiración acelerada creando un ritmo desesperado con los latidos enloquecidos de mi corazón.
Esa noche, me enamoré perdidamente de él… ese y entre otros besos que nos ofrecimos sólo nos sirvió para darnos cuenta que el amor estuvo ahí y que hasta este momento… no nos quisimos dar cuenta.


**********************************************************************************
Preciosas! se sorprenderán el por qué de un nuevo capítulo a tan cortos días!
Lo que pasa es que estoy agradeciéndole el gesto que tuvo conmigo una amiga muy especial para mí, mi adorada madrina.. Eve :)
Gracias por tu incondicional apoyo en el fic, gracias.. en serio gracias!
Te quiero (LLL).
Y a todas ustedes, por tener la amabilidad de leer la historia! porque saben que esto no seguiría sin ustedes y sus valiosos comentarios (:
Un beso a cada una de ustedes.

L.O.V.E.

viernes, 21 de enero de 2011

Capítulo 13: "Rudeza"


No sé cuanto tiempo permanecimos echados en el césped que cuando di un pequeño salto a la realidad me dí cuenta de que ya el Sol estaba ocultándose y que el cielo estaba agarrando ese color amarillento que avisa el fin de un día.
-Michael… -susurré- tenemos que irnos, Court y Adela me esperan.
-¿Eh? Ah sí… tienes razón.
Como si no quisiéramos separarnos nunca, nos dimos un abrazo fuerte y tierno a la vez, por fin… logramos distanciarnos.
-Bueno, ¿nos vamos? -me levanté soltando un estirón de cuerpo.
-La verdad que no quiero irme Campanita.
Dijo levantándose y corriendo hacía mi para abrazarme.
-Las chicas me esperan…
Me separé de él pero no lo suficiente para poder contemplarlo y darle un beso cálido en la mejilla.
-Ahora sí… vámonos. -sonreí y nos separamos.
-No puedo creer lo dulce que puedes llegar a ser, para luego transformarla en rudeza. -añadió colocándose a mi costado.
-¿Rudeza?
Me paré en seco para reír y comencé a caminar de nuevo.
-Sí… ese beso en la mejilla fue el más dulce que he podido recibir y lo acabas con un “ahora sí vámonos” -imitándome- eso es crueldad ¿sabías?
Reí con más fuerza.
-Pero… ¿qué querías que dijera o haga?
-Nada Valeria… olvídalo. -suspiró y agachó la cabeza.
-Bueno, ¿todavía quieres celebrar con nosotras?
Levantó la mirada de un tirón y soltó una deslumbrante sonrisa.
-Y lo preguntas… ¡claro que quiero! -tomando mi mano y tirando de ella- pero apúrate, mi pequeña Courtney debe estar esperando.
-Michael ten cuidado que no soy de goma…
Entramos al auto, pero esta vez iba en el asiento del co-piloto. Michael hizo un ademán de prender el auto, pero se detuvo en seco.
-¿Qué sucede? -curioseé.
-Me sentí muy bien estando ahí… contigo.
Minimizó la distancia de nuestros rostros y podía sentir como su aliento exquisito bañaba mis labios.
-Michael… creo que estamos muy… -sin explicación alguna, callé.
-Gracias por esta tarde maravillosa Campanita.
Se mordió levemente el labio inferior y con sus delicados dedos empezó a acariciar mi cuello. A cada tacto de su piel con la mía, era señal de que pronto iba a caer rendida ante él e iba a quedar sin defensas.
Dejó mi cuello para tomar mi mano y empezar a jugar con ella, pero su mirada seguía ahí… vigilando la mía. La distancia se mantenía como si hubiera una barrera difícil de romper, empecé a ponerme nerviosa, sentí miedo y me separé de él de una manera brusca.
-         Debemos irnos… -poniéndome el cinturón de seguridad y volteando la mirada a la ventana para evitar ver la expresión de Michael.
El no dijo nada, solo puso en marcha el coche y con cuidado nos fuimos alejando poco a poco de ese bello lugar.
En todo el camino hubo un incómodo silencio, el fastidio de Michael se podía palpar dentro del auto, me sentí culpable.
-Lo siento…
Solo logré decir eso, pero no hubo respuesta.

Llegamos al hotel, le advertí que no saliera hasta que yo le avisara. Subí corriendo a la habitación donde estábamos y abrí la puerta de golpe, pegándole un susto a las dos.
-¡Valeria, Dios… casi me matas del susto! -reclamó Adela.
-No estoy para regaños hoy… -dirigí mi vista hacia Courtney quien estaba sentada apoyando los codos sobre la mesa- Mi niña… te presento a tu nueva tutora legal.
Court abrió los ojos como platos y se levantó de la silla para correr hacia mí y abrazarme.
-¡No lo puedo creer! Es… es… algo fascinante.
-Ya pequeña, verás que ahora todo será mejor ¿si?
Besé delicadamente su frente y logré ver que una lágrima caía por su piel de porcelana.
-Vale, esto es grandioso… -logró decir Adela.
-Lo sé… y por eso… -me alejé de Courtney- tenemos que ir a celebrar.
Adela soltó una carcajada.
-         Si tienes razón… ¿qué dices pequeña?
-         Pero… ¿a dónde iríamos?
-         Primero… he traído a alguien que te encantará ver Court… espérenme un momento.
Salí como un rayo de la habitación para dirigirme lo más pronto posible al lugar donde se encontraba estacionado Michael.
Al llegar cuidadosamente abrí la puerta del piloto.
-¿Cómo lograrás subir sin que alguien te vea?
-Para eso yo siempre estoy preparado… espérame un segundo.
Subió la luna del carro unos minutos para luego volver a abrirla, estaba disfrazado con unos bigotes negros y con lentes oscuros, también se había puesto una polera con capucha que le cubría casi todo el rostro.
Empecé a reír.

-Michael… te ves tan… -la risa me interrumpió.
-No te rías, recuerda que esto lo hago por Court… ya no perdamos tiempo, vamos.
Michael salió del auto y se dirigió junto a mí hacia la habitación, apenas abrí la puerta Courtney se abalanzó sobre él reconociéndolo al instante.
Cerré la puerta con cuidado y me acerqué hacia Adela.
-Veo que esos dos se han hecho muy buenos amigos.
-Más que eso, se han vuelto un dúo confidencial para dedicarse a acabar con mi paciencia. -bromeé.
-¡Te he escuchado Valeria! -gritó Michael.
Adela y yo reímos.

Después de un momento, nos sentamos en la mesa los cuatro para acordar el lugar donde podríamos ir, sin que Courtney este desprotegida y donde Michael no sufra peligros de estrella.
-¡Genial! -renegué- veo que no tenemos a donde ir.
-Valeria no seas… aburrida. -me reclamó Michael- ya encontraremos algo.
Fulminé con la mirada a Michael, mientras Adela y Courtney reían.
-Chicos, en serio… les agradezco la intención, pero no es necesario tanta fiesta. El hecho de saber que soy como la hija de Valeria, me llena de satisfacción. -nos dedicó una tierna sonrisa.
Si en ese momento no nos derretimos como hielo al Sol, fue porque la ternura de Courtney causó en nosotros algo diferente. Nos llenó de los pies a la cabeza de su incondicional y puro… amor.
Fijé la mirada en Michael, veía como levantaba la comisura de los labios inferiores para responderle la tierna sonrisa y acto seguido empezar a acariciar sus cabellos dorados.
-Bien, ¿entonces? -interrumpió Adela.
-Tengo una mejor idea.
Lo miré con curiosidad.
-¿Qué tal si vamos a ver una película a mi mansión?
-Sonaste a ricachón Michael -reí burlonamente.
Ahora era él quien me fulminaba con la mirada.
-¿QUÉ? ¿Acaso no puedo sonar divertida?

Hice un puchero.
-Esos gestos no van contigo, ¿sabías? -haciendo un mohín de niño malcriado.
-Ustedes dos están peor que enamorados.
Cuando escuché esa frase por Adela, me sonrojé. Y pude notar que Michael también se puso igual.
-Adela… cállate ¿quieres?
Courtney no paraba de reír, su risa inundaba toda la habitación e inevitablemente… contagió a todos.
-¿Entonces? -insistió Michael- ¿vamos o no?
-Ya que nos queda…
Puse los ojos en blanco y le sonreí a Michael.

Nos levantamos y salimos del Hotel con sumo cuidado, tan rápido como estuvimos cerca del coche nos subimos de un tiro.
Y tras el camino, Courtney y Michael empezaban a cantar como dos niños.
Adoraba la inocencia de Michael, me costaba creer que era él con quien pasé esas horas llenas de ternura. Entre abrazos, susurros, cálidos besos; tan solo recordarlo me sacaba una sonrisa involuntaria del rostro y varios suspiros llenos de paz.

Adela me sacó de mis recuerdos y empezó a cuestionarme como lo hacía siempre.
-¿Estuviste con Michael?
-Sí… ya te contaré después Adela.
-Si me decías que no, iba a ser difícil creerte… con esa sonrisita me dijiste todo.
Reí.
-No es solo por eso, recuerda que ser tutora de Court era mi mayor deseo.
-“No es solo por eso”, mmm… ya veo. -frotándose el mentón de una forma divertida.
Le dí un pequeño golpe en el brazo y empezó a reír.
-Si no fuera porque estos dos están gritando como dos locos. -alzando la voz a propósito- estaría más tranquila.
-¡Llegamos! -avisó Michael.
Al instante ví a la madre de Michael; la Sra. Katherine, al filo del inmenso portón. Siempre con esa sonrisa que por suerte su hijo heredó, esa sonrisa que iluminaba cada recoveco de mi corazón.
-Pueden bajar señoritas. -bromeó.
-No seas ridículo Michael….
Apenas dije eso, me miró para mostrarme la lengua para después describirme con esa palabra que ya había mencionado en aquel campo y me había dejado riendo.
-Eres tan pesada Valeria… chica ruda, bájate de mi carro.
Esta vez, no me causó ninguna gracia.

Mi labio inferior llegó hasta el piso y agradecí que Adela y Court ya habían bajado.
-¿Así que rudeza no? ¡JÁ! Ya verás que es ser ruda de verdad. -lo reté con la mirada y bajé del carro.
Ellas dos ya estaban saludando a la madre de Michael y yo me acerqué para hacer lo mismo.
-¡Valeria!, linda… tiempo sin verte. -me dio un beso en la mejilla- ya me comentó Adela lo de Courtney, déjame felicitarte… estarás muy feliz.
-Demasiado Sra. Katherine…
-¡Eh! Ya te dije… solo dime Katherine. -acarició mi mejilla.
-Como desee… Katherine.
Empezó a reír alegremente y yo también… pero con timidez.
De pronto sentí como alguien entrelazaba su mano con la mía, me sobresalté y cuando volteé, pude ver que Michael me pedía perdón con la mirada.
-Mamá... -dándole un tierno beso en la frente- te presento a Valeria, mi novia.
En ese instante me quedé inmóvil y no sabía que decir. Mis mejillas quemaban de lo sonrojada que estaba en ese instante y ví como las chicas lanzaban risitas.

martes, 11 de enero de 2011

Capítulo 12: "Motivo de mi felicidad"


Me levanté con los ánimos más elevados que de costumbre y para mi suerte era sábado.  
-         Genial. -pensé- este día tengo que aprovecharlo…
Cuando entré a la cocina, ví a Courtney sentada sosteniendo una taza muy sumergida en sus pensamientos. Me acerqué a ella lentamente para no asustarla.
-         Buenos días Court, ¿cómo has amanecido? -mientras decía esto, me servía un jugo de naranja.
-         Vale… bien, gracias ¿y tú?
-         Si, bien… bien. Ahora dime…- me senté a un lado de la mesa- ¿pasa algo malo por esa cabecita?
-         ¿Eh?... no, no. Sólo estaba pensando en… cosas. -me sonrió inocentemente.
-         Como tú digas pequeña.
Cambié de tema para que no se sienta incómoda, tampoco me gustaba interrogar como si fuera su madre.
-         Bueno, me alisto y me voy… -me levanté y tomé un último sorbo de jugo.
-         Eh… Vale, iré a la tienda de discos… como quedamos ayer, ¿recuerdas?
-         Sí, claro… pero ¿a qué hora regresas? No quiero que vuelvas muy tarde, es muy peligroso para ti.
-         No te preocupes por eso, sé cuidarme bien… creo olvidas que he vivido aquí desde que nací.
Nos sonreímos.
-         Claro… lo olvidaba.
Dije eso y de repente entró Adela como un relámpago a la cocina.
-         Buenos días chicas… eh, Vale ¿irás a ver el tema de Courtney? -pregunto de una forma casi molesta.
-         Sí… más bien, trata de ir a comprarle algunas cosas a Court mientras que yo arreglo ese tema, verás que no tendré tiempo… además tengo que arreglar unas cosas de la entrevista y… todo eso.
-         Si tienes razón, te ayudaré en eso.
-         Chicas… -interrumpió tímidamente.
-         Dinos pequeña. -le respondí.
-         Sólo quiero agradecerles por todo lo que hacen por mí, son un par de chicas valiosas… de todo corazón, gracias.
Adela me miró y al instante pude notar como su expresión tensa cambió a una más suave y llena de ternura. Las dos, como si estuviera planeado, nos acercamos para abrazarla tan fuerte que Court casi se queda sin respiración.
-         No tienes que agradecernos nada pequeña… -añadió Adela.
Dada toda esa escena cada una se dirigió a lo suyo, Courtney a terminar de vestirse para salir con Adela y yo tomé una ducha para después ponerme algo cómodo.
Me despedí de las dos para después salir.
-         Sólo espero que todo ese proceso sea rápido. -pensé.
Solté un largo suspiro y me dirigí a una notaría.
Y como por arte de magia, conseguí ser tutora legal de Courtney, la felicidad se me notaba a 100 Km. de distancia.
Después de unas firmas y toma de datos en varias partes de ese lugar, pude conseguir mi objetivo. Quedé exhausta, pero valió la pena.
Quise ir a tomar algo fresco, así que caminé hacia una fuente de soda que quedaba a pocas cuadras de la notaria.
Me disponía a cruzar la pista, pero de repente ¡BAM! Casi fui arrollada por un auto, si no tomaba atención iba a tener una muerte segura e inesperada.
Me enfadé por el descuido de tremendo conductor.
-         ¡¿Qué usted no se fija por dónde va manejando?!
Paré en seco al darme cuenta de quién se trataba mi casi asesino.
-         ¿Michael?
Bajó la luna polarizada a un poco más de la mitad.
-         Andas muy distraída Campanita, deberías tener más cuidado al cruzar la calle… todavía que no eres de aquí. -dijo en tono burlón.
Lo sulfuré con la mirada.
-         Vamos no te quedes ahí, me pueden ver… si quieres darme un gritón con golpe incluido, sube al auto. -me sonrió.
Aún molesta, le devolví la sonrisa y obedecí. Esta vez, me senté en la parte trasera del automóvil.
-         Mira que si eres despistado al manejar, si un día no matas a alguien es porque…
-         Lo de “gritar cuando entres” era un sarcasmo. -me interrumpió.
-         Pero es que, me pegaste un susto horrible Michael.
-         ¿Me perdonas? -haciendo un puchero aniñado.
Disimuladamente me mordí el labio inferior en señal de ternura.
-         Está bien, te perdono… solo porque estoy demasiado alegre y nada puede hacer que malogre este día perfecto.
Me tiré en el espaldar y me quedé mirando al techo sonriendo.
-         ¿Y se puede saber la razón de tu eterna felicidad? -curioseó.
-         Pues… ya conseguí la tutoría de Courtney, no sabes lo cansada que estoy… pero valió la pena.
Lo miré soltando una de las sonrisas más grandes que he podido tener.
-         ¡Eso es excelente Campanita! Pero, ¡mira la tremenda sonrisa que tienes en tu rostro!, me encanta verte así. -fijando por un momento toda su mirada en mí.- Y pues, esto hay que celebrarlo…
-         ¿Qué? ¡no!, no es necesario… más bien, ¿a dónde estamos yendo?
-         A un lugar tranquilo…
-         Michael, tengo que regresar.
-         Sólo será un momento.
En todo el tramo Michael me bombardeaba con ideas para “celebrar” lo de Court. Pero yo me negaba a todas.
-         Si que eres aburrida…
-         No lo soy, solo que… no sé, creo que sería mejor que ella misma elija lo que quiere hacer, ¿no crees?
-         ¡Hey! Campanita ¡eres genial!
Me reí.
-         ¿Tú diciendo que soy genial?, este si que es un día para celebrar.
-         Me encanta verte así, alegre… divertida, todo lo contrario a ayer.
-         Ya, no me hagas acordar… solo estaba insoportable, tanto que ni yo me aguantaba.
Soltó una carcajada y se detuvo. Me sobresalté para luego acercar mi vista a la ventana oscura que me impedía apreciar el panorama.
-         Llegamos… -bajó de su asiento para dirigirse al mío y abrir la puerta- puede bajar señorita.
Haciendo un ademán de caballero; me reí en un tono burlón y bajé.
-         Qué lindo es todo esto…
-         ¿Verdad que sí? -apoyó sus manos en mis hombros.
-         No me digas, ¿todo esto es tuyo también? -lo miré arqueando una ceja.
-         No seas boba, lo que pasa es que ahora la gente esta tan ocupada en la cuidad que ya no les hacen caso a estas maravillas naturales que tenemos, creo que solo se ocupan en destruirlas… ¿no crees que es mejor verlas así desoladas?
-         Tienes razón, este campo es hermoso y sí, prefiero mil veces que la gente no ande por acá.
Volteé a mirarlo y le dediqué una tierna sonrisa, Michael me respondió la sonrisa y acarició mi mentón.
-         Bueno, ahora ¿qué hacemos?
-         Vamos a caminar por ahí, estos campos son inmensos y ahí muchas cosas por apreciar.
-         Está bien, te sigo.
Entrecruzó su mano con la mía y nos encaminamos hacia una arbolada. Pasamos la tarde apreciando los colores que brotaban de esas flores que abundaban, llenando nuestros pulmones con aire puro y por ratos corriendo. Pero en mi lucha por alcanzar a Michael caí sin aviso al césped, escuchando las risitas de él atrás mío quise levantarme, al fijar mi mirada al cielo me sentí atraída por ese color celeste que tenía, acompañadas de las nubes tan blancas como la nieve de invierno.
Al instante sentí la compañía de Michael echándose a mi costado y por inercia, rodé hasta quedar atrapada en sus brazos.
Escondí mi cabeza debajo de su mentón para poder abrazarlo con más fuerza.
Michael soltó una risita para empezar a acariciar con delicadeza mis cabellos negros.
-         Veo que hoy día estas dispuesta a responder mis caricias.
-         No malogres el momento ¿sí? -susurré.
Y sin decir nada más, nos quedamos ahí… echados dejando que el Sol se adueñe de los dos y delatándole a la Naturaleza el motivo de mi verdadera felicidad.

domingo, 9 de enero de 2011

Capítulo 11: "La dulzura de Courtney"


Courtney se acercó a mí para abrazarme y sin más me eché a llorar como una niñita.
Me sentía tonta, inmadura e ingenua.
¿En qué momento me había dejado conquistar por él? ¿Cuándo fue el instante en que yo me dejé enamorar por esos ojos marrones de mirada intensa? ¿En qué momento Michael se había vuelto pieza principal en el puzzle de mi vida?
Al sentir que ya no lo iba a ver más, me llenaba de tristeza y me negaba a esa situación. Me levanté dejando a Court sentada, me limpié las lágrimas y fui a hablar con Adela.
-         No puedes hacer esto…
-         ¿Qué, impedir que lo veas?
-         Ajá.
Se acercó y me miró con ternura.
-         Valeria, sabía que en cualquier momento pasaría esto. No quiero que te hagas daño tu misma, tampoco quiero parecer la mala de la película, sabes que yo solo quiero el bien para ti. ¿Pero sabes qué? Dejaré que sigas con el proyecto, solo que esta vez trata de cambiar esta situación, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza y me acerqué a abrazarla.
-         Gracias por confiar en mí otra vez…
Nos separamos y ella salió de la habitación dejándome sola y pensativa. Me sorprendía que las cosas pasaran tan rápido que una ni siquiera tiene el tiempo de asimilarlas y simplemente tiene que seguirles el ruedo sin saber siquiera si estas te harán daño.
Estaba llegando a querer a Michael más que a mi propia vida y es que el me había brindado en tan pocos días el cariño que muchas personas no me han podido dar en mucho tiempo, es incomprensible… pero cierto y me hacía temblar de miedo.
Capas y estaba siendo egoísta, porque en este instante no pienso en Adela ni en Courtney… solo pensaba en mí y en mi vida sin Michael. Eso me dolía, pero en toda mi vida había pensado en los demás y no en mí, creo que esta vez tenía que ser distinto.
En eso, entró Courtney a la habitación.
-         ¿Estás bien?
-         Si mi niña, estoy bien… deja de preocuparte.
Le sonreí y ella me correspondió igual, pude notar que me quería preguntar algo, su rostro mostraba una expresión de inquietud.
-         ¿Quieres preguntarme algo Court? -dije acariciando sus rubios cabellos.
-         Bueno… sí.
-         Pues pregunta.
-         Es que Adela dice que terminan con su trabajo y se regresan a Chicago, no es por presionarte ni nada pero… ¿qué pasará conmigo? -agachando la cabeza.
-         Courtney te dije que jamás te iba a dejar sola, ¿recuerdas?
-         Sí…
-         Entonces, ¿de qué te preocupas? Tú te vendrás con nosotras a Chicago, bueno… te vendrás conmigo, yo tengo un departamento allá, no es lo más grande del mundo pero al menos estaremos cómodas.
-         ¿Segura que podrás hacerlo?, ¿no tendrás ningún problema con lo judicial?
-         No los tendré, porque mañana iré a ver eso. Tú no puedes seguir viviendo en esa casa, no quiero que te hagan daño.
-         Gracias Valeria, en serio muchas gracias… eres de las pocas personas que tienen ese inmenso corazón.
-         No me agradezcas nada pequeña. -coloqué el cabello atrás de su oreja derecha- más bien… creo que ya es hora de que vayamos a comprarte algo de ropa, ¿no crees?
-         ¡No, no! No tienes por qué molestarte Vale, en serio… puedo seguir trabajando en la tienda de discos y yo comprarme algo de prendas poco a poco… es demasiado con todo lo que estas haciendo por mí.
-         Courtney, si tú quieres puedes trabajar en la tienda de discos, porque veo que es como tu segunda casa… pero déjame que me encargue de todo lo que es tu cuidado, por favor.
-         Está bien Valeria.
-         Pero ¡vamos!, alégrate…
-         No ¿cómo crees que yo voy a estar de lo más feliz si tú estas sufriendo?
-         Court, escúchame... yo no estoy sufriendo, solo algo confundida, nada del otro mundo. -sonreí, pero ella no había quedado convencida con lo que le acababa de decir.
-         Vale, sé que estas así por Michael… aunque no sé la razón de tu confusión o como quieras llamarlo, por lo poco que he visto he notado de el también te quiere y mucho.
-         ¿Lo dices en serio? -la miré extrañada.
-         Sí, la forma en que te mira… la forma en que te habla, te abraza no es de un simple cariño. Además ¿qué tiene de malo que te empiece a gustar? Acaso, ¿hay algún problema?
-         No sé, pregúntale esas dos cosas a Adela, ella es la que no quiere que caiga en las redes del “maligno” Michael. -dije en tono sarcástico.
Las dos empezamos a reírnos.
-         Gracias Courtney por alegrar mi día, necesitaba mucho de tus ocurrencias.
-         De nada, pero esta vez… la de la ocurrencia fuiste tú.
-         Si… tienes razón. -reí otra vez.
-         Bueno, creo que debemos acostarnos ya, mañana será un día cargado… hay cosas que tengo que hacer y quiero estar lúcida para hacerlas.
-         Si, está bien.
Solté un largo bostezo y me puse la pijama para luego irme a dormir.



*****************************************************************************************
CHICAS!
Disculpen si el capítulo esta demasiado corto, en serio.. quería darles un gran capítulo pero juro que se los recompenso con el número 12 :)
Un beso INMENSO a cada una de ustedes, gracias por sus comentarios!

L.O.V.E.