-¡Michael! -le solté la mano- qué cosas dices…
Katherine no estaba sorprendida, ella solo reía junto con Adela y Courtney.
-Solo bromeo… -me sonrió- ¿entramos?
Todos empezaron a caminar, pero yo me quedé con Michael atrás.
-Qué clase de bromitas las tuyas eh… -me crucé de brazos.
-¿Lo creíste, verdad? -empezó a reírse.
-No es gracioso.
-Si lo fue…
De repente, pasó su brazo por detrás de mi cintura para acercarme más a él y poder darme un beso en la mejilla.
-No me hará caer en sus juegos de seducción Sr. Michael. -zafándome de él.
Antes de que me suelte completamente, tomó rápido mi mano… no podía salirme, me estaba apretando fuerte, casi haciéndome daño.
-Michael… me duele.
-No te soltaré… ni ahora, ni nunca.
Me sonrió para después posar sus labios en la mano que tenía sujetada.
Casi al instante entendí, el poder que Michael estaba consiguiendo sobre mí.
Lo que el llamaba rudeza, se convirtió completamente en ternura.
El color carmesí volvían a mis mejillas para no desprenderse por mucho tiempo, Michael me dedicó una sonrisa y empezamos a caminar tomados de la mano… sin decir absolutamente nada.
Llegamos a la parte interior de la casa y en menos de unos cuantos minutos ya estábamos viendo unas películas de Disney aplastados sobre el gran sillón.
Courtney echada apoyando su pequeña cabeza sobre el regazo de Adela y yo al costado de Michael con los pies encogidos, sujetando el brazo de Michael con fuerza y apoyando mi cabeza sobre su hombro.
Por ratos nos dedicábamos miradas y nos sonreíamos como un par de tontos.
Y así estuvimos… hasta que se hizo de noche.
- Es tarde… -advirtió Adela.
- Si… -estirándome- tienes razón. ¿Te has dado cuenta que Court se ha quedado dormida?
Los tres fijamos la mirada en ella, para después reírnos despacio.
-Suele dormir mucho, ¿no? -curioseó Michael.
-Si -le respondió Adela- además esta niña tiene el sueño pesado. Manda llamar un taxi Valeria, que no podré cargar a esta niña.
-No te preocupes Adela, yo las llevo. Además quiero salir esta noche con Valeria… si no te importa, claro.
Me sorprendí y Adela echó a reír.
-¡Claro que no me importa! Esta chica ya esta lo suficientemente grandecita, así que supongo que ya se sabe cuidar.
-Esperen…-mirándolo- ¿salir Michael? Ya no pasamos toda una tarde juntos.
-Quiero pasar las 24 horas del día contigo. -me dijo con timidez.
Adela soltó una par de tosidas notoriamente fingidas.
-Eh… bueno, ¿me ayudas a llevarla?
-Claro, déjame que la cargue…
Cuando llegamos al coche, yo todavía no salía de la impresión… ¿Michael quería salir conmigo esta noche?
Negaba con la cabeza y volvía a la realidad.
Entramos. Y en el camino no hice nada más que preguntarle a Michael qué pensaba hacer.
-Si que eres curiosa ¿eh Campanita?
-No, solo que… mejor olvídalo y sigue manejando.
Cuando llegamos al hotel, Michael me dio indicaciones.
-Quiero que subas y te pongas más linda de lo que ya eres, ¿si?
Asentí con la cabeza.
-En menos de media hora, te vuelvo a buscar.
Guiñándome un ojo, se metió de nuevo al coche para irse volando.
Subí corriendo las escaleras y me dí una ducha, para después salir y hacerle caso a Michael en el sentido de “ponerme más linda de lo que ya soy”.
Una vez lista, me dí cuenta que todavía faltaba unos minutos antes de que llegara Michael. Y cuando salí hacia el pequeño comedor, ví a Adela sentada en la mesa tomando una taza de café. Cuando me vio, abrió los ojos impresionada.
-¡Estas tan hermosa! Sencilla, pero encantadora.
-Gracias Adela.
-¿Nerviosa?
-No, ¿cómo crees? -puse los ojos en blanco.
En eso, tocaron la puerta y un señor de la recepción me avisó de que “alguien” me estaba esperando.
Me puse como loca.
-Y no estás nerviosa, claro… -bromeó.
-Adela no me ayudas. -suspiré- Ahora si, me voy.
-Suerte.
Me despedí con un beso veloz en la frente y salí.
Efectivamente, Michael estaba ahí… en el asiento del piloto de un carro muy lujoso de color gris.
Como era de noche y no había mucha gente por ese lugar, pasó desapercibido.
Más me acercaba a él y más podía notar su belleza. Estaba tan guapo; (tremenda tontería) Michael siempre lo estaba, pero esa noche… tenía algo especial en él que simplemente, voló mis sentidos.
Hasta que al fin llegué hacia el auto y cuando me metí rápidamente en el asiento del co-piloto, como ya acostumbraba, pude verlo mejor. Estaba con un terno color negro, camisa del mismo color y llevaba el cabello mojado haciendo que algunos rizos caigan graciosamente sobre su frente.
-Estás hermosa. -posando un beso sobre mi mano izquierda.
-Gracias Michael… no quiero sonar grosera, pero… ¿a dónde vamos?
Me miró mordiéndose suavemente el labio inferior y poniendo en marcha el coche solo dijo: “Ya verás…”
Estuvo conduciendo un largo tramo hasta que finalmente llegamos a un lujoso restaurante.
-Michael no…
-Vamos Campanita -me interrumpió- deja que esta noche, sea inolvidable.
Nos quedamos mirando y reí torpemente. Al instante Michael salió del coche para abrirme la puerta y ayudarme a salir.
Una vez adentro, Michael pidió la mesa que había reservado. Estaba en un lugar sutilmente escondido, donde no había nada más que la mesa finamente decorada y algunas velas alumbrando el ambiente.
Corrió la silla para cederme el asiento, le agradecí para luego sentarme. Estaba tensa y él pudo sentirlo.
-Valeria, relájate… solo es una cena.
“Sólo es una cena… sólo es una simple cena” Esas palabras retumbaron en mi cerebro casi todo el tiempo que estuvimos ahí.
En medio de la cena, volví a ser yo misma… la Valeria que tanto le fascinaba a Michael, divertida, sin complejos y libre de hacer lo que quiera.
-Me sorprendiste mucho cuando dijiste eso delante de tu madre.
Ni yo sabía por qué había tocado ese tema.
-Si lo noté, pero así soy yo de bromista… creo que ya deberías saberlo perfectamente pequeña.
Reí.
-Pero no sabía que bromeabas con ese tipo de cosas, pensé que tomabas ese tema con más... uummh… seriedad.
Nos sonreímos y seguimos comiendo la variedad de platos que nos habían traído.
Cuando terminamos de cenar y Michael propuso.
-Te parece si vamos a un lugar más tranquilo.
-¿Más tranquilo que esto? ¿Me llevarás a un cementerio?
Bromeé y Michael soltó una carcajada.
-Tu solo sígueme.
Efectivamente eso hice, lo seguí. Sin preocupaciones, sin miedos, sin dudar de él ni un segundo… lo seguí.
Y me dí con la sorpresa de que nos encontrábamos en una playa. Sí, la playa en donde Michael tuvo ese primer impulso de romanticismo hacia mí, esa playa donde juramos no decirnos mentiras y hablarnos siempre con sinceridad el uno al otro.
Empezamos a caminar por la arena, Michael se quitó el saco para llevarlo sobre su hombro y yo me saqué los delicados tacos para sostenerlos en mis manos.
La brisa creaba un ambiente hermoso y perfecto esa noche. Como si la Luna y el Mar se hubieran puesto de acuerdo para tener ese aspecto perfecto sobre nosotros.
En un instante, ya sentados sobre la arena, Michael me abrazó haciendo que mi cabeza quedara apoyada sobre su hombro.
-Te quiero Valeria… te quiero y mucho. Solo espero que esta noche no la olvides jamás, porque esa era mi meta, sé que te vas en menos de unos cuantos días y no quería dejarte ir sin que sepas que te has vuelto parte esencial en mi vida y que… -con un hilo de voz- me va a doler mucho verte partir.
Lo miré y sus ojos tenían un espesor cristalino que se convirtió en una lágrima rodando sobre su mejilla y antes de que cayera la atrapé con mi dedo índice, secándola.
-No llores Michael, no llores porque me rompes el corazón y haces que mi partida sea más difícil aún. También te quiero y si no fuera porque tengo que cumplir con mi labor, me quedaría aquí, para siempre… contigo.
Ahora los dos nos encontrábamos derramando lágrimas, Michael secando las mías y yo las de él.
-Creo que deberíamos dejar de llorar… harás de esta una noche de terror.
Logré que riera y su hermosa sonrisa, causó que yo también haga lo mismo. Volvimos a la misma posición.
-No sé cómo, pero… creo que sin ti a mi lado, no tendría los ánimos que he llegado a tener hasta ahora. Cada vez que estoy en el estudio, pienso en ti y es como si de pronto las ganas de cantar se vuelven más fuertes. Eres mi fuerza Valeria…
Tomó delicadamente mi mentón haciéndolo girar para quedar a escasos centímetros del suyo, acarició con suavidad mi mejilla para luego colocar su mano en mi cuello acercándome más a él.
Lo inevitable sucedió, nuestros labios se encontraron y su boca se apretó en la mía. Presas de una especie de vértigo, nos estrechamos el uno contra el otro y nos besamos como si aquello jamás debiera cesar.
Lo rodeé con mis brazos suavemente y quedé tan pegada a él que sentía su respiración acelerada creando un ritmo desesperado con los latidos enloquecidos de mi corazón.
Esa noche, me enamoré perdidamente de él… ese y entre otros besos que nos ofrecimos sólo nos sirvió para darnos cuenta que el amor estuvo ahí y que hasta este momento… no nos quisimos dar cuenta.
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Preciosas! se sorprenderán el por qué de un nuevo capítulo a tan cortos días!
Lo que pasa es que estoy agradeciéndole el gesto que tuvo conmigo una amiga muy especial para mí, mi adorada madrina.. Eve :)
Gracias por tu incondicional apoyo en el fic, gracias.. en serio gracias!
Te quiero (LLL).
Y a todas ustedes, por tener la amabilidad de leer la historia! porque saben que esto no seguiría sin ustedes y sus valiosos comentarios (:
Un beso a cada una de ustedes.
L.O.V.E.