viernes, 3 de diciembre de 2010

Capítulo 4: "Encuentro"


Y así la noche se convirtió en día y mi tranquilidad junto con ella se convirtió en ansiedad. Parecía que las sábanas se habían pegado a mi cuerpo, por más ansiosa que estaba, tenía una pesadez única esa mañana y no tenía ganas de nada. Cuando me dí la vuelta, para mi sorpresa noté que Adela no estaba, de la impresión me levanté rápidamente y empecé a gritar su nombre por toda la habitación.
No recibí respuesta de ella.
¿Me había quedado dormida? Mierda, tal vez si. Para asegurarme de eso me acerqué al pequeño buró donde había un reloj y me percaté de que eran todavía las siete de la mañana. Ok- pensé.- si no es tarde, ¿dónde puede estar Adela?, tal vez mi desesperación era exagerada, pero ese día inexplicablemente estaba dejando que mis emociones fluyan hasta llegar al límite. Pero ya no quería seguir perdiendo el tiempo y me metí a la ducha, mientras estaba duchándome escuché la puerta abriéndose y a continuación cerrándose, escuché también el sonido de unos tacos y seguido de la melodiosa voz de Adela tarareando una canción conocida.
Terminé de ducharme y salí.
-         ¡Vaya!... y tú, ¿dónde has estado? Pensé que me había quedado dormida, me pegaste un susto mujer.
-         Nada, solo madrugué porque tenía que arreglar unos últimos detalles para comenzar con todo el trabajo que nos toca hacer… ¡ah!, y traje comida para desayunar.- me sonrió.
-         Bueno… la próxima vez deja una nota o algo ¿va?, no asustes así.- le devolví la sonrisa.- ahora me cambiaré para comenzar con nuestro movido día.
-         Ok, yo iré preparando el desayuno, pero… mmm...
-          ¿Qué pasa? -me acerqué lentamente a ella.
-         Pues… no sé, bueno… te lo diré! Vale creo que deberías arreglarte más para esta ocasión… emmm, ¿no crees?
Empecé a reírme.
-         Adela, ¿lo dices en serio? No debes ponerle tanto suspenso.
-         Ya, deja de reírte y anda a cambiarte.
-         Esta bien, esta bien… ya voy.
Cuando llegué a la habitación comencé a cambiarme, me puse un jean negro aún sin usar, una blusa algo reveladora de color morado, escogida y comprada por Adela, ya que como ella decía “debería vestirme un poco más  atrevida”. En fin, decidí ponérmela como también unos zapatos con tacos no tan altos, pero que me hacían más estilizada. Recogí mi cabello con un moño y me retoqué el rostro con un poco de maquillaje. Obviamente, dejé que el cerquillo tape mi frente y parte de mis cejas.
Ahora si, estaba lista para iniciar mi día con fuerza.
Cuando salí, comencé a tomarme el café que había traído Adela y cogí algunas galletas para comer. Durante ese tiempo, mantuve una conversación con ella.
-         Y, ¿qué se supone que haremos hoy?
-         Bueno, hoy día solo conoceremos al protagonista del “ansiado” proyecto y pues, acordar algunas cosas. -tomó un sorbo de su café.
-         Interesante, pero… mañana, ¿comenzamos con todo?
-         Mañana TÚ comienzas.
-         ¿No me ayudarás? -sonreí nerviosamente.
-         Claro, pero yo me encargo de otras actividades.
-         Me lo imaginaba.
En ese instante, me preocupé.
-         Pero Valeria, solo… tranquilízate… lo harás bien.
-         Si tú lo dices…
Ella me sonrió y yo solo la miré.
Después de un cortísimo tiempo, llegó la hora de irnos. Tomamos todo lo necesario y nos pusimos en marcha.
Cuando llegamos, me llevé una gran impresión… nos habían citado en un precioso hotel era, evidentemente, un hotel de cinco estrellas. Era totalmente lujoso y con una majestuosidad indescriptible; mis labios casi no de podían cerrar de la impresión y mis ojos brillaban con tanto glamour, Adela estaba en el mismo estado, pero ella retomó al instante la compostura y me dio un pequeño y disimulado golpe para que yo lo haga también, de inmediato… lo hice.
Entramos a una especie de sala- recepción con un estilo rústico pero muy elegante, habían cuadros de señores con expresión seria y con una gran modestia. La sala era acogedora, tenía pequeños muebles color beige y tenía estantes llenos de libros.
Entraron dos personas, sólo pude divisar a un señor alto y con buena presencia. Parecía un diplomático burgués, con una altanería fácil de apreciar; le hizo un gesto de espera a la otra persona y se acercó hacia nosotras.
-         Buenos días señoritas, me presento… soy el Sr. Jhon Smith. Tú debes ser Adela y tú, la señorita Valeria.
Noté la dificultad en pronunciar mi nombre y solo sonreí. Nos estrechamos las manos y casi al instante le respondimos el saludo, pude notar que el Sr. Smith, era muy gentil y amable.
-         Gracias por venir temprano, me gustaría saber… ¿cuál de las dos iniciará con la entrevista?
-         Yo Sr. Jhon- respondí con timidez y respeto.- Estaré encantada de comenzar cuando usted desee.
Terminé de decir con un casi perfecto inglés.
De repente ví como se acercaba apresuradamente la otra persona y al instante supe de quién se trataba.
-         Jhon, no me dejes esperando así.- estaba impaciente.
-         Disculpa Michael, mira ella es Valeria tu entrevistadora y ella Adela, su compañera de trabajo. Ellas vienen de Chicago, del periódico del que te hablé.
En un tono extrovertido y con una voz dulce, nos saludó. La presencia que Michael tenía era algo impactante, desde la chaqueta negra que llevaba hasta los mocasines de ese mismo color, desde los finos rasgos de su rostro de tez morena hasta los definidos rulos que caían graciosamente sobre su frente. Pero nada impactaba más que sus ojos, tenía una increíble forma de mirar, profunda y sincera. Cada vez que dirigía una pequeña mirada hacia mí durante la conversación, hacia que mi cuerpo se estremezca de una forma envolvente y casi vergonzosa. Hubo un instante donde se colocó unos lentes oscuros rompiendo bruscamente esa extraña magia.
El señor Jhon llamó a Adela a un costado iniciándole una conversación predeciblemente extensa. Genial, me había quedado sola con alguien el cual me hacia temblar con una simple e insignificante mirada. Al instante escuché una risita de parte de Michael.
Suspiré.
-         ¿Qué es lo que te causa risa?
-         ¿De verdad quieres que te lo diga?
-         Por algo te lo estoy preguntando.
-         La verdad, hay varias cosas aquí que me causan gracia.
-         ¿Me las podrías decir? Es que, yo también quisiera reírme… lo necesito.
-         Bueno, primero… me causa risa toda esta situación de la entrevista. Es extraño y casi incomprensible. De ahí me causa gracia tu nombre, es…
-         ¿Mi nombre? -lo interrumpí.- ¿Qué de gracioso tiene mi nombre? -crucé los brazos y lo miré seria.
-         Oye, no quise ofenderte… solo que es un nombre no muy común y es difícil de pronunciar, para mí.
-         ¡Aaaah! Eso, es que mi nombre es Latino y pues al no tener una “H” de intermedio o una “S” de más, se te hace raro. Pero si te es difícil de pronunciar, solo dime Vale. -le sonreí.
-         Tú, tienes… una linda sonrisa.
Se quitó los lentes oscuros y me miró fijamente, casi se me corta la respiración al sentir toda esa mirada sobre mí. Sentí que mis mejillas me quemaban levemente imaginándolas de un color rojizo, en ese instante la timidez quebró mi barrera de altanería.
-         ¿Sabes que otra cosa más me da risa?
-         ¿Qué?
-         La manera en que te pones cuando fijo mi mirada en ti, es algo encantador ver como te sonrojas y dejas aflorar tu timidez.
Más que avergonzada, quedé sorprendida… la capacidad que tenía Michael para provocar esas sensaciones en mí, eran increíbles. Sólo habían pasado unas cuantas horas desde que lo vi por primera vez y ya conoció todo de mi en un segundo.
Quedé helada y no sabía como responder, me sentía tonta como una sensible adolescente y solo fingí ser extrovertida.
-         ¡Wao! Qué galán Sr. Jackson. -lo dije en tono sarcástico.
Se comenzó a reír y se puso de nuevo los lentes oscuros, aún así sentía la intensidad de su mirada a través de esos vidrios polarizados.
-         Creo que me encantará darte las entrevistas, eres la primera periodista amable que he conocido hasta ahora.
Me dedicó una sonrisa, pero no cualquier sonrisa… era su sonrisa, llena de amabilidad, dulzura y paz. Una vez más, me dejó sin palabras.
El Sr. Jhon y Adela se acercaron hacia donde Michael y yo estábamos.
-         Veo que ya se conocieron, me alegro… porque Mike suele ser muy tímido con las chicas.
-         Jhon, por favor… -sus mejillas se pusieron de un exquisito color rosado.
-         No Sr. Jhon, el Sr. Jackson es muy divertido, de verdad me sorprendió su extrovertida personalidad.- lo miré.
Michael me sonrió tímidamente.
-         Bueno…- dijo Adela.- Entonces mañana Valeria empezará con todo lo acordado.
-         Si claro, en cuanto antes mejor.
-         Lo mismo digo. -aclaré.
Después de un rato de despedidas, Adela y yo abandonamos el hotel. La expresión de ella no era la más alegre, me preocupé… pero después recordé lo sucedido hace unos minutos y la ignoré.
Las emociones por fin se me acomodaron y yo… volví a ser la misma de siempre, al menos hasta volver a verlo.

2 comentarios:

  1. Hola!! nueva lectora!

    tus historia es muy buena!

    espero cona cnas el proximo capitulo.


    escribes bien.


    P.D. Te dejo la direccion de mi novela

    "Reflecciones de una Pasion"

    http://neniiithajacksonmurmulloindescreto.blogspot.com/

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  2. ahijadaaa!!
    x fin me estoy poniendo al die en la novee!!!
    esta super este cap
    m asi m sentiria si michael me mirara cn esos ojasos marrones q tiene ...(siempre lo hace ^^ XD)
    sig asi sobrina a ups ahijadaa XD

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