domingo, 5 de diciembre de 2010

Capítulo 5: "Día de alegrías, noche de sorpresas"


Me sobresalté, como si me hubiera despertado de un sueño. Volví a ver la mala expresión de Adela, no tenía en el rostro la alegría que la caracterizaba… algo le pasaba y quería saberlo.
-         Adela…
-         Dime.
-         ¿Te pasa algo? -le pregunté tímidamente.
Al instante paró en seco y me miró sorprendida.
-         No mi niña, ¿cómo crees? Solo que… estoy preocupada.
-         ¿Preocupada? No hay razón para estarlo… pero dime, ¿qué pasa?
-         No sé, la verdad no estoy segura de la razón de mi preocupación, capaz estoy exagerando… bah! No me hagas caso. -me sonrió y empezó a caminar.
-         No -la detuve.- capaz y no exageras… dime.
Suspiró.
-         Sólo te diré que creo que la razón de mi preocupación eres tú.
-         ¿Yo? -la miré sorprendida.
-         Si… tú, pero bueno… avanza, porque no te diré mas.
Empezamos a caminar nuevamente hasta que tomamos un taxi. Pero las interrogativas golpeaban mis pensamientos. ¿Yo le preocupaba a Adela? ¿Por qué? ¿Acaso estaba haciendo algo mal? No lo sabía, pero tenía que averiguarlo… aunque ella no me quería decir nada.
Entonces Adela rompió con el incómodo silencio.
-         Bueno, parece que lo que te dije antes te ha dejado con la curiosidad hasta los pelos. ¿Quieres saber por qué me preocupas?
-         ¿Tengo que responderte? -la miré sarcásticamente.
-         Mira, he puesto mucha atención a la conversación que mantuviste con Michael y he visto la forma en que te pones cada vez que el te miraba y...
-         ¿Y? -me sobresalté.
-         Solo te pido que no te ilusiones porque…
-         ¿Qué? -la interrumpí- Me estas tratando de decir que, ¿estas preocupada porque crees que me enamoraré de Michael, o algo así?
Empecé a reírme.
-         Por eso no te quería decir nada.
-         Discúlpame Adela, pero es ridículo… de verdad no tienes de que preocuparte. Soy yo, ¿recuerdas? Valeria, la que no cree en ese tipo de cosas.
-         Bueno esta bien, confío en ti. -soltó una pequeña carcajada.
-         Lo sé.
Cuando llegamos a la habitación del hotel donde nos hospedábamos, Adela me hizo una propuesta.
-         Vale, ¿no crees que deberíamos ir a conocer la vida nocturna de esta cuidad?
-         Pensé que nunca me lo propondrías. -me tiré en la cama- pero, ¿a dónde quieres ir?
-         Mmm… no sé, a mi me gustaría ir a bailar.
-         ¿A bailar? No, paso… pero anda tú si quieres.
Adela se sentó al pie de la cama en donde yo me encontraba acostada.
-         Ahora no me vengas a decir que no te gustan las discos, por favor Valeria… ¡Vamos!
-         No, cualquier cosa… menos eso. Además, ¿mañana yo no empiezo con mi trabajo?
-         Pero… regresamos temprano, Vale… no me hagas rogarte.
-         Si ya lo estas haciendo.
Y era verdad, el ruego de Adela era tan insistente, como si su vida dependiera de esa salida. Al final, terminé por aceptar.
-         Esta bien, tú ganas.
-         Sabía que aceptarías. -se paró y me llamó a hacer lo mismo.
-         Claro, lo sabías, pero igual me ruegas.
-         ¿Ya no?
Me reí.
-         Como sea, ¿vamos a almorzar? Muero de hambre. -me paré.
-         Si, claro.
Salimos del hotel y empezamos a buscar algún restaurante. Encontramos un sitio donde vendían comida rápida, pues… no nos quedaba de otra.
-         Extraño la comida preparada en casa, mejor hubiera cocinado algo yo. -le lancé una mirada de desgano.
-         ¿Para comer tallarines con salsa roja, otra vez? no gracias. Ya quería probar algo diferente.
-         ¿Le llamas diferente a esto? La verdad, no entiendo tu concepto de “buena comida”, Adela.
-         Me refiero a que todo el tiempo en Chicago, yo he tenido que hacer magia para cocinar algo aceptable. Y bueno, también ya me estaba cansando de lo que cocinabas tú. Sin ofenderte linda. -me sonrió.
-         Con esa sonrisita no arreglas nada, sigue así y ya verás quien te acompaña esta noche.
Mi seriedad no duró mucho, ya que Adela soltó una carcajada tan contagiante que empecé a reírme yo también. Era genial la forma en que ella me levantaba el ánimo. Esa era una de las razones, por la cual yo la quería tanto.
Comimos las hamburguesas, papas y bebidas que pedimos y Adela siguió con su mar de propuestas para ese día.
-         No quiero regresar al hotel, me aburro. ¿Qué tal si vamos a comprarnos algo para esta noche?
-         Si, mucho dinero tienes ¿no?
-         ¡Aaaay! que ganas de aguarme la fiesta.
-         Ya, ya… no dije nada, vamos si quieres.
-         Claro que quiero.
Pagamos todo lo que habíamos pedido, nos paramos y nos retiramos de ese lugar. Empezamos a pasear por un boulevard lleno de galerías mostrando hermosos y algunos costosos vestidos.
-         ¿Te gustaría probarte alguno Vale?
-         ¿Qué? No, tu hazlo si quieres… no quiero causarte ningún gasto.
-         Oye, por eso no te preocupes… por algo no me he matado trabajando todos estos años, ¡ven! Pruébate ese de allí. - señalando un vestido que estaba en un estante.
-         ¿El morado de allá? -la miré sorprendida.
-         Si, ese… sé que te quedará precioso. Vamos, pruébatelo.
Entramos a la tienda que señaló Adela. Al instante me probé el vestido, era como si… el vestido haya sido diseñado para mi. Al verme en el espejo, me sorprendí.
-         Jamás un vestido me había quedado tan bien como este.
-         Te lo dije, este era el indicado.
Estaba parada atrás mío, sonriendo.
-         De verdad Adela, no tienes porque molestarte… puedo ponerme algo que tengo en las maletas.
-         No, en serio… no te preocupes, tómalo como un… pequeño regalo.
-         ¿Pequeño? -me reí.
Adela también se rió y se acercó hacia la encargada de la tienda.
-         Señorita, quiero llevar el vestido que tiene puesto la chica de allá. -señalándome.
-         Ok, espere un momento.
Me quité el vestido y se lo llevé a Adela para que se lo diera a la señorita encargada, después del pago… nos llevamos el vestido.
-         Oye, ¿y tú no te comprarás nada?
-         No veo nada indicado para mí. -mirando a todos lados.
-         Espérame aquí…
Caminé sola, dejándola atrás. Empecé a buscar algo para ella y hasta que por arte de magia, encontré un lindo vestido. Regresé a donde estaba Adela.
-         Ven, encontré algo para ti.
-         Espero y tengas razón.
Cuando llegamos a la tienda, hice que entrara para que vea un hermoso vestido rojo, se lo probó.
-         Vez, hace contraste con tu piel. Te queda genial.
-         ¿Estás segura?
-         Más que segura. -le guiñé un ojo.
-         De acuerdo, me lo llevo.
Salimos del boulevard y nos dimos con la sorpresa de que ya estaba oscureciendo.
-         Fantástico, ya son las 7 de la noche.
-         ¿Y eso te molesta?
-         No, solo que me sorprende como el tiempo pasa tan rápido.
-         Exageras.
-         Si… puede ser, pero en fin, vamos.
Nos dirigimos de vuelta a la habitación del hotel y al instante empezamos a alistarnos para esa noche. Me metí a la ducha y después de un largo rato, salí para que Adela pudiera hacer lo mismo.
Me vestí y pude ver de nuevo lo bien que me quedaba el traje, me sentí cómoda conmigo misma por primera vez en toda mi vida y todo… gracias a Adela. Tenía muchas cosas que agradecerle y no sabía por donde empezar.
Me puse unos zapatos negros que tenía guardados y me dediqué a ponerle vida a mi rostro.
Adela salió de la ducha y me miró con asombro.
-         ¡Mi niña! Qué linda estas.
-         Bueno, decidí arreglarme así para decirte ¡GRACIAS! Por ser tan buena conmigo.
-         No tienes porque agradecerme de esa forma. -se rió- Ahora si, deja que tu gran amiga se ponga linda.
-         Como digas Adela. -le guiñé un ojo.
Pasado las nueve de la noche, salimos del hotel. Estábamos irreconocibles, parecíamos unas chicas sacadas de los sitios de Beverley Hills o de alguna residencia costosa.
-         Bien, ahora… ¿a dónde vamos?
-         Pues, ya tenía pensado un lugar…
-         Entonces, ¿vamos? -hice una señal para detener un taxi.
Entramos al taxi y Adela le indicó la dirección al conductor. Nos pusimos en marcha y llegamos en menos de media hora. Cuando bajé del taxi, mi impresión era la más grande.
-         ¿Aquí? -la miré sorprendida.
-         Sí, ¿te gusta?
-         Cla… claro, pero… ¿estás segura?
-         Sí, vamos.
Me hizo entrar de un tirón tan fuerte que pensé que me iba a arrancar el brazo.
-         ¡Hey! Tranquilízate, ¿si?
-         Lo siento. -con la mirada iluminada.
Me reí.
-         Adela, quisiera tomar algo… si no es mucha molestia.
-         Claro, vamos al bar.
Estábamos en el bar y quise tomar alguna bebida con alcohol para sacarme la pesadez de encima. Al instante, noté que un hombre de buen aspecto se estaba aproximando hacia donde nosotras estábamos y percibí su interés hacia Adela.
-         Disculpa, ¿deseas bailar conmigo?
Adela me miró como pidiendo permiso, pero yo la ignoré… ella debía hacer lo que le parezca más conveniente.
Aceptó.
-         Claro…
La tomó de la mano y se la llevó a la pista de baile. Empezaron a bailar y de ahí yo perdí todo interés hacia ellos dos.
La música sonaba bien y yo entablé una conversación muy animada con el chico del bar. De repente, sentí al alguien atrás mío.
-         En el lugar menos pensado, te volví a encontrar…
Volteé sobresaltada y la sorpresa que me dí, fue más grande de lo que me imaginaba.

2 comentarios:

  1. ahijadaa el vestido morado me hizo recordarteee XD
    jajajaja
    2 palabras para describirte
    MORADO Y CERQUILLO XD
    jajajajajajajajjaajajajjaja
    aigue cn la nove :P
    todavia m falta un cap x leer XD

    ResponderEliminar
  2. Me gusta mucho tu webnovela y me a dejado ... anodada el hecho de que te hallas encontrado a Michael en ese bar xD!
    Vamos a ver que pasa...

    ResponderEliminar