lunes, 13 de diciembre de 2010

Capítulo 8: "Campanita y Courtney."


Amaneció. Y Adela al ver que ya estaba despierta… empezó (otra vez) con su cuestionario.
-         ¿Dónde estuviste ayer?, me tenías preocupada… ni siquiera me levantaste cuando regresaste.
-         No quería hacerlo, te veías tan cansada y metida en tus sueños. Sólo fui a comprar un disco, nada más. Tampoco voy a estar encerrada en este hotel, me asfixio.
-         Ok, como tú digas.
Me dio la espalda con un semblante serio.
-         Me parece, o ¿estas enojada?
-         No para nada, sólo me fastidia que ya ni me digas para salir a caminar, tú no eres la única que te asfixias.
-         Lo siento Adela, pero ayer estabas insoportable… y lo menos que quería era eso y lo que esta pasando ahorita. Un aburrido y estresante cuestionario al estilo tú.
-         En fin, como quieras. Ahora, vístete que tienes que ir a seguir con el trabajo.
Me duché, me cambié, maquillé y hasta me arreglé el cabello, pero esta vez lo iba a dejar suelto.
-         Nos vemos más tarde, adiós.
El mismo carro que me recogió ayer, lo volvió a hacer hoy día. Sentía que esa iba a ser mi rutina estas próximas semanas y lo que más odiaba era eso, lo rutinario. Siempre me gustaron los cambios, pero ahora… tenía que acostumbrarme a lo repetitivo.
Llegué donde Michael, pero esta vez él me recibió. Con esa sonrisa que en tres días ya se había vuelto mi vicio.
-         ¡Valeria!, te ves tan linda hoy día.
-         Gracias Mike. -le sonreí.
-         ¿Entramos?
-         Claro.
Una vez adentro, empecé a sacar las cosas que me eran necesarias para comenzar con mi trabajo.
-         Bien, empecemos.
Comencé a hacer las preguntas y Michael a responderme. Estuvimos un largo rato hablando de una cosa en común, él. Pero no me aburría, la vida de Michael era tan interesante, que hasta me atrevo a decir que me gustaría escribir un libro sobre eso.
Cuando empezamos a hablar más a fondo de su niñez, su expresión cambió por completo. Tristeza, nostalgia, alegría y congoja. Esos 4 sentimientos combinados se podían ver en la luz de sus ojos.
Pero no lo culpo, todo lo que tuvo que vivir desde una edad corta es aturdidor, mientras que yo corría por un parque aclamando un abrazo de mi padre, él huía del suyo. Mientras mi padre me regalaba dulces, muñecas y cariño. Su padre le ofrecía momentos de angustia, cólera y temor.
Eran mundos tan paralelos, tan diferentes. Por un momento, sentí pena por Michael, pero traté de no demostrarlo, porque a nadie (incluyéndome) le gusta percibir la lástima de otras personas y menos si recién las estas conociendo.
Inmediatamente, quise cambiar de tema.
-         Bueno, ahora… iremos a lo más interesante, para las fans. -solté una sonrisa pícara.
-         No me digas, ¿amor?
-         Sí.
-         No tengo mucho que hablar sobre eso.
-         Y, ¿qué pasó con “para conseguir el amor, no debes de equivocarte; es lo más lindo” y esas cosas?
-         Pues, no sé… nunca me he enamorado.
-         Entonces, fuiste el menos indicado para decirme eso.
-         ¿Me estas reprochando?
-         Para nada, sólo digo lo que pienso. Y si te molesta pues, lo siento.
-         No me molesta, pero bueno… suelo hablar cosas sin coherencia. La próxima vez que diga algo parecido, corrígeme.
-         Créeme que soy la menos indicada para corregirte. Pero bueno, sigamos con esto.
-         Claro…
-         ¿Algún cortejo en estos días?
-         Pues, no. Bueno… hace unos días pensé que podía, pero no. Esa chica es más dura de lo que pensaba.
Empecé a reírme y él me siguió.
-         ¿Dura? ¡No me digas!, ¿estas conquistando a una piedra? Esta bien que no te vaya bien en ese tema, pero no exageres.
Michael empezó a reír más fuerte.
-         Quién iba a pensar que  fueras tan graciosa.
Por algún motivo, me sonrojé. Le dije que se dejara de reír, pero lo logró después de varios segundos.
-         Ya, ¡basta!... para de reír Michael.
-         Es que, eso fue tan genial.
-         Ok, sí… pero ya pasó. -me puse seria.
-         ¡Hey! Ya, no es para que te pongas de ese humor.
Ahora la que se puso a reír casi como una loca, era yo. Asusté a Michael con mi seriedad en casi un segundo y tenía la expresión de un niño regañado.
-         Ahora la que te ríes eres tú.
-         Disculpa, pero si vieras tu rostro… estallarías de risa igual que yo.
-         No creo que mi rostro de más risa que tu acento.
Al instante, paré de reírme.
-         Eso si no fue gracioso ¬¬…bueno, a lo nuestro ¿sí?
-         Ok.
-         Ya, dime… ¿alguna conquista? Pero, no fallida.
-         Ya te dije Valeria. Hace unos días traté de conquistar a una chica, pero no funcionó. Pero créeme, yo no me rindo fácilmente.
Me guiñó un ojo y yo me puse nerviosa, Michael notó mi nerviosismo y empezó a reírse.
-         No encuentro razón para tu nerviosismo, pero ya… tranquila.
-         Yo… yo estoy tranqui… quila. -terminé de decir eso y dejé caer por casualidad el lapicero que sostenía.
-         Claro, estas tranquila. -en tono sarcástico.
-         Bueno, eso no importa… sigamos. Hace poco se te vinculó con la actriz…
-         ¿Brooke Shields? -me interrumpió.- no por favor, descarta eso.
-         ¿Por qué?
-         Porque no vale ni mencionarla, mejor la dejamos ahí, ¿sí?
-         Como quieras.
Después de contarme experiencias con algunas chicas (pocas en realidad) durante su adolescencia, Michael lanzó la pregunta que no esperaba escuchar y tampoco pensaba responder.
-         ¿Has tenido novio alguna vez?
-         Mike, eso no va al tema. Si quieres hablamos de eso más tarde, ahora no.
-         Valeria, cuéntame… quiero entenderte.
“Quiero entenderte”, esas dos palabras retumbaron en mi cabeza. Nadie en mi vida (ni siquiera Adela) me había dicho eso, capas nadie tenía interés de entenderme o yo era la que me cerraba y no me dejaba entender. Cualquiera de esas dos opciones, eran posibles.
-         ¿Y para qué quieres entenderme?, de verdad… no tiene importancia.
-         Claro que sí, eres MI periodista. -afirmando con fuerza la palabra “MI”.
-         ¿Y eso que tiene que ver?
-         Que eres mi amiga… incondicional.
Me sorprendí, sólo íbamos 3 días conociéndonos y eso que el primero no contaba. Pues sólo fue para que él me ponga nerviosa con esas miradas que me lanzaba.
-         Michael, no puedo ser tu amiga incondicional…
-         Para mí si lo eres, así que te obligo a que me cuentes.
Suspiré. Empecé a contarle todo lo sucedido con Josh y Michael cada vez se sorprendía más.
Pero fue el final de la historia que llamó su atención.
-         ¿El hizo eso contigo? -en tono de tristeza.
-         Sí, pero… bueno ya sabes. Ahora sí, sigamos con lo nuestro.
-         No, es que… ese tal Josh no se debe ni llamar “hombre”. Hacerle eso a una chica como tú, eso es imperdonable.
-         Michael, en ese tiempo yo era muy chica… no pude evitar todo eso. Era muy débil y se puede decir que yo también tuve la culpa de todo lo que pasó.
-         ¡Deja de echarte la culpa!, el no tuvo por qué hacer eso por lo mismo que tú eras menor… estabas indefensa y él se aprovechó de esa situación. Que hombre para más…
-         ¡Para! -lo interrumpí- No ensucies tus palabras por él, ya ni vale la pena insultarlo. Solo espero no volver encontrármelo.
-         ¿No me dices que vive lejos?
-         Sí, a él lo conocí cuando todavía vivía en mi país natal. Después cuando me fui a Chicago no lo volví a ver más. Pero fue la noche del sábado que por desgracia me encontré de nuevo con él. Fue… horrible.
-         ¿Vive acá?, ¡no puede ser! Espero que no se te vuelva a acercar nunca más. Me desagrada la idea de que él este cerca de ti, tienes que tener más cuidado.
-         Si, claro… gracias por preocuparte. Ahora si, ¿volvemos a la entrevista?
-         No, ya no quiero responderte más preguntas.
-         ¿Qué?
-         Que ya no quiero responderte más preguntas.
-         ¿Por qué? -asustada.
-         Porque ya me aburrí. -me sonrió tiernamente e hizo un pequeño puchero.
Si en ese instante no me derretí, fue porque yo soy más sólida que una roca. Sólo empecé a reír.
-         Lo siento Mike, pero tenemos que continuar… yo no me quedaré a vivir en Los Ángeles, tengo cierto tiempo límite para poder hacerte las preguntas posibles.
-         Tienes razón. -se entristeció.
-         Más bien, discúlpame por aburrirte con mi triste historia. No era mi intención, pero tú insististe.
-         No, no, no linda… yo necesitaba conocer esa historia y ahora por fin te puedo entender. Sólo que… me aburre hablar de mí, es deprimente.
-         No, tu vida me interesa mucho… por algo acepté el trabajo. -le sonreí.
Maldita mentirosa, no era justo que dijera ese tipo de mentiras a Michael. Ese trabajo fue aceptado por obligación.
Pero bueno, cualquier cosa para verlo sonreír.
-         Igual, no quiero hablar más de mí. -levantándose del sillón- ¿no quieres ver una película?
Se rascó la cabeza y mirándome, colocó sus manos a su cintura.
-         ¿Eh?
-         Una película, ¡vamos! Será divertido.
-         Si me niego…
-         Te insistiré hasta que aceptes.
Me reí. -Está bien, acepto.- dije sin más.
Me tomó de la mano, como ya acostumbraba, y para mi sorpresa Michael tenía un mini cine instalado en esa mansión. No era un cine entero, pero era un lugar que trataba de imitar a uno real.
-         ¿Qué quieres ver?
-         Mmm, no sé… lo que tú quieras.
-         Entonces, veremos esto…
Al instante noté que era la película de Peter Pan, una idea que me sorprendió, pero también me conmovió. Esa película era mi sueño, de niña… siempre decía que en cualquier momento iba a venir Peter a llevarme al País de Nunca Jamás y que me iba a convertir en Campanita. Su compañera fiel.
Antes de sentarse, Michael apagó las luces para darle un toque más tranquilo, acto seguido, se sentó a mi lado sacándome de mis recuerdos.
-         Esta película, me encanta… es una de mis favoritas.
-         La mía también, gracias por ponerla.
Sentí al momento la mirada de Michael perforándome. No quise voltear hasta que dejara de hacerlo. Comenzó la cinta y yo me mantuve atenta en toda la historia. Me fascinaba, hace tiempo que no la veía y recordar momentos felices de mi niñez, era más que formidable. En esos instantes, me hacía bien.
En el momento donde todos pensaban que Peter había muerto, por algún motivo empecé a sollozar. Mis  lágrimas empezaron a caer y cuando Michael se percató de aquello, tomó mi mano fuertemente y me susurró al oído las palabras más hermosas que escuché en toda mi vida.
“Nunca te dejaré sola, Campanita mía.”
Sonreí. No hice más que eso, y es que esas palabras sólo podían hacer que uno sonría. Tal vez y ese fue el objetivo de Michael, hacerme sonreír. Pues días atrás me había dicho que lo que más odiaba era ver llorar a la gente.
Durante el resto de la película Michael no soltó mi mano ni un instante, y yo no podía dejar de sonreír.
Después de una hora y media terminó la película y fue ahí donde soltó mi mano para pararse y encender la luz.
-         Y bien, ¿te gustó?
-         Mike, sabes perfectamente que me encantó. Esa película es la más hermosa que halla visto jamás.
-         Me alegra, esta película suele aburrirle a chicas sin calidad de elección.
-         ¿Sin calidad de elección? -reí.
-         Sí, osea… sin buen gusto.
-         Ahh, claro.
Estaba apunto de anochecer y recordé la promesa que le hice a Courtney… quería ir más temprano para poder tener más tiempo en conversar con ella.
-         Michael, me tengo que ir… lo siento.
-         No te disculpes, sé que tienes que irte a estas horas. Otra razón más para odiar el anochecer.
-         Pero Mike, nos veremos mañana a la misma hora.
-         Lo sé, por eso tengo planes para nosotros.
-         ¿Nosotros?
Jamás en mi vida había escuchado tal expresión, sonaba tan raro en mí. Casi toda mi vida fui “yo” y ahora de repente era “nosotros”. Claramente, ese viaje estaba cambiando muchas cosas en mi vida.
-         Claro, ahora somos nosotros, Peter Pan y Campanita.
-         Michael, no lo dices en serio. -me alejé.
-         ¿Por qué?
-         Porque Campanita era la amiga de toda la vida de Peter, yo solo soy tu amiga de hace unos días. -lo miré con tristeza.- yo… simplemente no puedo serlo.
-         Claro que lo eres, la amistad no se trata de tiempo… sino de consideración, entendimiento y sinceridad. Y tú no me has otorgado más que esas tres cosas, lo suficiente como para llegar a considerarte mi Campanilla.
Sus palabras me cautivaron una vez más y en un instante, lo entendí. Por lo mismo que era una persona famosa, Michael no conoció a alguien que lo tratara como una persona “normal” hasta cuando llegué yo.
No quise rechazarlo.
-         Esta bien Peter, mañana vendré a verte para regar por ahí lucecitas de alegría. -le sonreí.
-         Eres fantástica. -me miró fijamente.
Al momento hice lo mismo que siempre hago cuando quiero salirme de una situación como esa. Huir.
-         Mañana nos vemos, adiós.
-         Adiós Campanita.
Giré para sonreírle y acto seguido, salí de la mansión.
Cuando tomé el taxi, le indiqué al chofer que me llevara hacia donde era la tienda de discos, no sabía exactamente la dirección. Pero pedí que me dejara cerca, al menos me guiaba por las otras tiendas que grabé en mi memoria.
Llegué y allí estaba ella, en la misma pose que la encontré ayer.
-         ¡Courtney! -le dí un beso en la mejilla.
-         Hola Valeria, no sueles romper tus promesas… buen comienzo. -me sonrió.- pero pensé que llegarías más tarde.
-         ¿Incomodo?
-         No, claro que no. Pero me sorprende.
-         Bueno, pero no vine más temprano por gusto. Vamos, te invito a comer por ahí.
-         ¿En serio?
-         Claro, no quiero cenar sola. ¿Qué dices?
-         Obvio que acepto. Déjame que deje encargada la tienda y vamos.
-         Está bien, te espero.
Después de unos minutos, Courtney salió de la tienda y nos dirigimos hacia un restaurante de comida rápida, McDonald’s para ser más exacta. Dejé que pida lo que ella quisiera, aunque lo hizo con un poco de timidez.
-         Courtney…
-         Llámame Court -sonrió alegremente.
-         Bueno, Court… cuéntame, ¿por qué trabajas en esa tienda?
-         Pues, por necesidad… tengo que mantener a mi madre que está enferma.
-         ¿Y tu padre?
-         No sé, nunca supe de él.
Al instante noté que su expresión cambiaba de alegría a una espesa melancolía.
-         Eh, discúlpame Court, no quise tocar ese tema.
-         Oh, no te preocupes Vale… no sabías nada.
Después, me empezó a contar su vida, algo que me sorprendió… no podía creer que a un día de conocernos ella me tenga la suficiente confianza para contarme todas esas situaciones, experiencias y dejar aflorar ciertos sentimientos.
Al instante e inexplicablemente comencé a sentir un cariño casi maternal hacia ella. Era como una versión más pequeña de mí, casi con los mismos ideales y con algunos pensamientos similares.
-         Pero, cuéntame… ¿qué tan ciertos son esos rumores sobre Michael?
-         ¿Michael?, la verdad no soy de leer esos “rumores” y pues, para mí es una persona normal como todos, solo con un talento indiscutible y… bueno, una gran cantidad de dinero.
Reímos.
-         ¿Lo dices en serio?
-         Sí, pero dime… ¿por qué tanto interés?
-         Es que, yo soy su fan…-avergonzada- tengo todos sus discos y bueno… se puede decir que soy su fan # 1 aquí en Los Ángeles.
Me quedé sorprendida, ¿era verdad lo que me decía?
-         No puedo creerlo, con razón muestras interés cuando te hablo de él.
-         Lo siento, es algo inevitable.
-         No te disculpes, más bien… te hago una pequeña propuesta.
-         Te escucho.
-         Si quieres, te llevo a que lo conozcas.
Con los ojos a punto de desorbitarse se paró y me dio un fuerte abrazo.
-         ¡Gracias, gracias, muchísimas gracias!
-         De nada niña, no tienes que agradecerme nada.
Al separarme noté que sus ojos se llenaron de lágrimas. Eso me conmovió hasta los huesos.
-         ¡Hey, no!, no llores… si lloras no te llevo eh.
Al instante se secó las lágrimas.
-         Esta bien, está bien… no lloro más. -se volvió a sentar.
-         Bueno ya se hizo tarde, tenemos que irnos.
Pagué la cuenta. Hasta ahora no puedo explicar el por qué del cariño hacia Court, al hacerle la propuesta y verla saltar de alegría simplemente hizo que me den ganas de ayudarla más y más. Era una niña construyendo sueños, no era justo que tenga que estar viviendo a tan corta edad esas cosas.
Me sentía… como su hada madrina.
-         ¿Quieres que te lleve a tu casa?
Courtney se puso nerviosa.
-         ¿Eh? No, no… yo puedo ir sola.
-         ¿Segura?, mira que es tarde y no sería ningún problema para mí.
-         En serio y por favor, no me insistas… puedo irme sola. No te preocupes. -me sonrió nerviosamente.
-         Ok, como quieras.
Obviamente… no me quedé tranquila. Una niña de dieciséis no puede estar andando sola por esos lugares y menos en una ciudad con tanto movimiento como lo es Los Ángeles.
Sin más, la seguí.
Cuando ví en donde vivía, el corazón se estrujó como si lo hubieran agarrado y lo hubieran apretado con todas las fuerzas del mundo. Entendí en ese instante, el nerviosismo que me hizo ver en el restaurante, felizmente… no la presioné más. La entendía, la entendía completamente.
Pero la escena que ví a continuación, simplemente me dejó sin habla…

1 comentario:

  1. ahijadaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    kiero el otro cap ya!!
    ahorita ssino m mato y tu tendras en tu conciencia q m mori xq no se q vio la pobre chica jajaja!!!
    continualo pronto tatiii U_U
    pa q no digas q no ando x aki
    d djo mi huellitaa :P..o km tu dics huellasaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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